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¿Cuál es la mejor política de vivienda?

Columnista invitado EE
16 de julio de 2016 - 03:40 a. m.

Encontramos a Bogotá en una aguda escasez de vivienda nueva. Según el DANE, en 2015 fue la capital con el más bajo número de viviendas iniciadas por cada mil habitantes (5,5), de lejos superada por Cali (7,4), Medellín (10,1) y Barranquilla (12,4). A lo anterior hay que añadir que en la reducida oferta de vivienda nueva (16.117 unidades al mes de junio), menos de una quinta parte (3.405 unidades) son viviendas de interés social y prioritario.

Se estima que, en los últimos años, en la ciudad se habrían dejado de producir cerca de 150.000 viviendas, lo que ha causado enormes pérdidas sociales, económicas y ambientales. En este balance se cuentan los miles de puestos de trabajo perdidos, los billones de pesos de impuesto predial que dejamos de recaudar y los miles de familias bogotanas que han tenido que salir de la ciudad hacia los municipios vecinos.

La crisis de la vivienda en Bogotá ha golpeado con mayor dureza a las familias más pobres y vulnerables, a quienes el Gobierno Distrital les ha asignado subsidios de vivienda, pero que no han podido ser desembolsados al no existir oferta. Sólo en la anterior administración, la Secretaría de Hábitat adjudicó 23.223 subsidios de vivienda para familias víctimas del conflicto. De este total, a la fecha sólo se han legalizado 5.407, es decir, menos del 24 %. Los restantes 15.372 subsidios sin legalizar comprometen recursos de impuestos pagados por lo bogotanos por casi $197.000 millones, que están en cuentas de ahorro y encargos fiduciarios y que no se han traducido en soluciones habitacionales reales para los más necesitados.

Las familias bogotanas tampoco han podido acceder a los subsidios de vivienda de los programas del Gobierno Nacional. Aunque en la capital habita una cuarta parte de la población del país —con una alta concentración de víctimas del conflicto interno—, la ciudad participó con menos del 5 % de los cupos de la primera fase del programa de vivienda gratuita y con un porcentaje similar de los cupos del programa de vivienda prioritaria para ahorradores. Bogotá debe elevar su producción de vivienda para hogares en todos los niveles de ingreso, pero en especial para la vivienda social. Debe hacerlo para cerrar la enorme brecha abierta en los últimos años y para estar en capacidad de acoger a los 2,5 millones de nuevos hogares que en los próximos 30 años se establecerán en la ciudad y sus alrededores. Para que este crecimiento ocurra y sea sostenible, se requiere de una adecuada gestión de suelo como la que quedó plasmada en el Plan Distrital de Desarrollo “Bogotá Mejor para Todos”.

Bogotá tiene un potencial para construir en el corto plazo 140.000 viviendas, entre vivienda de interés prioritario, vivienda de interés social y no VIS, en planes parciales ubicados a lo largo de toda la ciudad. Esta administración tiene claro que “sin suelo no hay subsidio que valga” y que la mejor política no es la que más subsidios otorga, sino la que efectivamente conduce al goce efectivo de vivienda y de esta manera honra el esfuerzo de los ciudadanos que han pagados sus impuestos. El compromiso del alcalde Enrique Peñalosa con la vivienda social es una adecuada gestión de suelo y eso es a lo que nos estamos dedicando.

* Secretaria distrital del Hábitat.

 

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