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Dejar el calvario atrás

Gonzalo Silva Rivas
30 de marzo de 2016 - 02:15 a. m.

Sin decantar aún las cifras sobre el comportamiento turístico registrado durante la Semana Santa, por los lados de la industria se ventila optimismo.

Los primeros indicadores se orientan hacia la reactivación del consumo, con aporte al incremento del gasto, reflejo de un positivo escenario construido gracias a la contribución de factores estratégicos, como las excelentes condiciones meteorológicas, la devaluación del dólar y los vientos de un eventual acuerdo de paz.

El inmejorable y generalizado estado del clima es un valioso recurso turístico que ha permitido sacarles el mayor provecho a los destinos no convencionales. El fenómeno del Niño -aunque nos mantiene ad portas de un racionamiento eléctrico por el bajo nivel de los embalses y la controvertida gestión de las autoridades- amplió la gama de posibilidades domésticas, más allá de las conocidas propuestas de sol y playa, al dinamizar regiones de cordillera, como el altiplano cundiboyacense, Cauca y Nariño. Municipios habitualmente fríos, favorecidos con las elevadas temperaturas, adelantaron su agosto, aprovechando los calurosos aires de marzo.

El alto precio del dólar, por su parte, también ha favorecido la captación de algunos flujos de viajeros extranjeros. Aunque estos siguen priorizando los tradicionales destinos de San Andrés, Cartagena, Santa Marta, Medellín, Armenia y Bogotá, por estos días contribuyeron a reactivar -junto con los nacionales- atractivos mercados como Barú y Coveñas; pueblos de la Red Patrimonio de Colombia del nivel de Aguadas, El Socorro, la Playa de Belén, Mompox y Ciénaga, y de la ruta religiosa, como Ipiales, Chiquinquirá, Villa de Leyva y Tunja, abriéndole las puertas a una oferta doméstica más novedosa, variada y competitiva.

La percepción de seguridad constituye otro poderoso motivador para los desplazamientos por el interior del país. La continuación de los diálogos en La Habana con las Farc, el inminente inicio de conversaciones con el Eln y la programación del Gobierno de itinerarios turísticos –estrictamente controlados y vigilados- a lo largo y ancho del territorio, a través de los planes “Seguro te va a encantar” y “Viaje Seguro por las Rutas de la Paz”, sumaron entre los paseantes buenas dosis de confianza y tranquilidad, que serán útiles a la hora de medir el crecimiento de viajeros.

El agitado movimiento de la semana vacacional no solo se dio en el sector aéreo sino también en el terrestre, típica réplica de un país en donde el 90 por ciento de sus viajeros utiliza las carreteras como medio de locomoción. Cerca de 200 millones de personas emplean al año el transporte público vial para aventurarse por la enmarañada topografía nacional, de las cuales no menos de un millón y medio se movilizó durante esta última temporada, fijando la pauta de lo que le espera al país cuando lleguen tiempos menos azarosos y de mayor pujanza económica.

El turismo, en consecuencia, sigue oxigenando la economía colombiana, con un buen ritmo de crecimiento, y le abre un inmenso horizonte de oportunidades en materia de generación de empleo e ingreso de divisas y de inversiones. Una esperada y pronta solución del conflicto interno podría marcar el punto de partida para descubrir y recorrer un variado repertorio de propuestas históricas, culturales y de naturaleza, hoy en día atrapadas en el sórdido agujero negro de la violencia.

Pasado el aleccionador ensayo turístico de Semana Santa -y mientras el fenómeno del Niño y el tire y afloje con el mayor grupo guerrillero entran en su última fase-, los colombianos regresamos a la cotidianidad para seguir debatiéndonos fervorosamente entre gozosos y dolorosos, con la esperanza de dejar el calvario atrás y quitarnos la cruz de encima.

gsilvarivas@gmail.com

@Gsilvar5

 

 

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