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Desaparecen las abejas

Hernán González Rodríguez
13 de mayo de 2016 - 02:08 a. m.

La televisión alemana en español, la Deutsche Welle —DW— presentó hace pocos días un alarmante documental sobre la desaparición de las abejas productoras de miel en Alemania.

Para quien escribe, apicultor aficionado en su juventud, esta noticia lo motivó a buscar noticias similares y encontró que la desaparición de estos maravillosos y enigmáticos animalitos es un problema mundial, que no es problema de Alemania sola, sino de toda Europa, de los Estados Unidos y sospecho que también de Colombia.

Tanto en el programa aludido de la DW como en los congresos europeos y mundiales sobre las causas del descenso de la población de las abejas melíferas, se barajan varios factores asociados con el tema; entre ellos sobresalen unos fertilizantes llamados “neonicotinoides, un ácaro conocido como Varroa y los cambios medioambientales”.

Según palabras de Albert Einstein: “la vida sin estos insectos sería un desastre global. Al hombre le quedarían unos cuatro años de vida sin abejas. Sin abejas no hay polinización, ni hierbas, ni animales, ni hombres”.

La Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas –FAO— afirma que “existen 100 especies de cultivos que proporcionan el 90% de los alimentos de todo el mundo, y el 71% se poliniza con las abejas”.

En 2012, la población de abejas en Estados Unidos se redujo en un preocupante 60%, muy por encima del 5% al 10% habitual después de la temporada invernal.

La Comisión para el Control de la Seguridad Alimentaria de la Unión Europea –EFSA— confirmó como culpable de la muerte en masa de las abejas melíferas en Europa, cercana al 40% en los últimos cinco años, concretamente al uso de los ya mencionados fertilizantes conocidos como “neonicotinoides”.

La prestigiosa revista “Nature” advierte que “esta sustancia interfiere con los circuitos de aprendizaje en el cerebro de los insectos. Los vuelve más lentos a la hora de aprender o se olvidan por completo de las asociaciones básicas para su supervivencia, como relacionar el aroma floral con su alimentación. Las abejas mueren porque son incapaces de alimentarse y, con relativa frecuencia, ni capaces de regresar al panal”.

A quien escribe,le había llamado la atención el número elevado de abejitas que se posaban vivas alrededor de las piscinas en la zona de La Pintada en Antioquia, pero que no eran capaces de volar cuando uno las acuciaba para que volaran. Otro síntoma aludido en el programa de la DW: algunas alcanzan a regresar al panal y mueren dentro, y las otras abejas las arrojan fuera, creando pilas de cadáveres en la boca de entrada.

El ácaro “Varroa” es un parásito externo de la abeja que se alimenta de su sangre y hace que mueran sus crías o que nazcan con malformaciones. Ya existen algunos remedios en estudio para eliminar este ácaro. Para terminar, limitan las posibilidades de alimentación de las abejas los cambios medioambientales que impiden las floraciones abundantes y los monocultivos extensos de maíz, cebada…

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