Designados y vices

Óscar Alarcón
23 de enero de 2017 - 07:58 p. m.

El constituyente colombiano ha sido siempre previsivo para garantizar la estabilidad cuando hay ausencia del presidente de la República.

Por poco más de 80 años, desde 1910 hasta cuando se expidió la Constitución de 1991, quien entraba a reemplazar al primer mandatario en sus faltas absolutas o temporales, se le llamaba designado (había primero y segundo) y a falta de estos, conservaban el carácter de tales los anteriormente elegidos y además si no los había, fijaba un listado de funcionarios con vocación sucesoral para el cargo.

Iniciado el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez, el entonces primer designado, Carlos Arango Vélez, renunció y el Congreso, de mayoría liberal, eligió como tal al expresidente Eduardo Santos. El 9 de abril, luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, los liberales que concurrieron a Palacio, encabezados por Luis Cano y Carlos Lleras Restrepo, le pidieron al presidente Ospina la renuncia y propusieron que asumiera el designado Santos, quien se hallaba en Nueva York. La solicitud no fue aceptada porque el titular manifestó que era preferible un presidente muerto que un presidente fugitivo. Años después, elegido Laureano Gómez como presidente, y ante la eventualidad de que por cualquier circunstancia asumiera el primer designado Santos, el mandatario conservador expidió, en uso de las facultades del estado de sitio, el famoso decreto 2996 del 26 de septiembre de 1950, en donde dijo algo que no era cierto: “por cuanto en la actualidad se halla vacante la designatura”, y a renglón seguido, fijó el orden de prelación para asumir el cargo, mientras el Congreso elegía designado.

Hoy estas controversias sucesorales hacen parte de la historia porque la Constitución de 1991 revivió la figura del vicepresidente, elegido por el pueblo el mismo día del presidente, y ante su renuncia el Congreso elige su reemplazo. Va a pasar en próximos días ante la anunciada dimisión del vicepresidente German Vargas Lleras y la cantada postulación del general Óscar Naranjo.

Lo de designados, eran otros tiempos (“El Tiempo” quedaba en la Jiménez) y había otro Santos.

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