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Dime de qué te jactas y te diré de qué careces

María Antonieta Solórzano
28 de agosto de 2016 - 02:00 a. m.

Hoy en día nuestros valores están confundidos. Es frecuente que un falso profeta no solo se aproveche de nuestros anhelos para embarcarnos en la cura milagrosa para nuestro sufrimiento, sino que además consiga adeptos y benefactores.

Y, al contrario que un maestro con vocación y verdadera dedicación a generar oportunidades de crecimiento para otros, tenga dificultades consiguiendo apoyo económico para sacar adelante sus proyectos.

Durante mi infancia, cuando nos equivocábamos, nuestros mayores acudían a la sabiduría popular para que aprendiéramos valores. Si andábamos por el mundo “dándonos una importancia que no teníamos”, seguro nos decían: “Dime de qué te jactas y te diré de qué careces.” En cambio, cuando nos dolía la falta de reciprocidad de alguien oiríamos : “Haz bien y no mires a quien”.

Lo increíble es que con base en estas sencilla guía podremos distinguir los falsos profetas de los verdaderos guías.

Por ejemplo, en Sopó, un encantador municipio de la Sabana de Bogotá, como en cualquiera parte del mundo, ocurren los guías y los falsos profetas.

En la plaza del pueblo, el domingo a mediodía, la Banda Sinfónica Infantil, que acaba de ganar el primer lugar en el Concurso Nacional de Bandas, se alista para ofrecer a los pobladores una interpretación impecable de algunas piezas de su repertorio. Cuando terminan, además del aplauso, la gente pide : “Otraaa”. El director, en jeans y camisa blanca, con algo de picardía dice: “Ustedes pueden pedir lo que quieran, pero lo que oyeron es lo que hemos ensayado”. Acto seguido interpretan La piragua, la banda y el público bailan.

Y, en el otro lado de la moneda, hacia las afueras del pueblo, en un lugar con cerramientos típicos de las construcciones, hay remolques que sirven de casa a por lo menos 125 niños, con historia de abuso sexual. Allí se observan con frecuencia automóviles lujosos, como en los que la directora del lugar se desplaza mientras se describe a sí misma como la madre espiritual y salvadora de los niños.

Las autoridades del municipio tuvieron que sellar el lugar: los niños dormían en cama franca o camas compartidas, con todos los riesgos que esto implica; algunos que estaban desnutridos están hoy en el hospital, algunos en Medicina Legal y otros fueron entregados al ICBF.

Por sus actos los conoceréis, diría mi madre. Los que actúan sin darse importancia personal, haciendo el bien sin mirar a quién, edifican confianza y libertad. Los que se dan importancia haciendo “el bien” cuando les conviene para beneficiarse económicamente, fundan el mundo de la dominación y del abuso.

¡Distingamos para que apoyemos a los que harán del mundo el lugar que queremos para nuestros hijos!

 

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