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Economía: estamos jodidos

Luis Carlos Vélez
01 de agosto de 2016 - 02:50 a. m.

Las familias colombianas recibieron un batazo en la cabeza a finales de la semana pasada por parte del Banco de la República. El Emisor elevó sus tasas de interés en 25 puntos y las dejó en 7,75 %, un nivel que los expertos consideran capaz de frenar aún más la economía de la nación. Así las cosas, cada vez que usted pida plata prestada para hacer mercado, comprar un televisor, una casa o un carro, le saldrá más caro, o si usted es un pequeño empresario y piensa hacer una inversión para ampliar su negocio y eventualmente contratar más gente, tendrá que volver a echar números, porque la verdad, con estas tasas, es más complicado que le cuadren las cuentas.

La decisión de la autoridad bancaria, incluso por encima de un llamado de emergencia del presidente Santos, está fundamentada en que la inflación está avanzando y un aumento generalizado de precios inevitablemente termina en desempleo. Sin embargo, el punto que se debate es que el alza de precios el mes pasado fue producto del paro camionero y, por lo tanto, una vez terminado, se esperaría que sus efectos en los precios fueran temporales y no hubiera otra alza en los tipos de interés.

Pero tasas altas no es el único problema al que se enfrenta por estos días el consumidor colombiano. A este difícil escenario se suma el de la discusión de la reforma tributaria. El Gobierno está empecinado en realizarla y pareciera que no estuviera teniendo en cuenta las determinaciones del Banco de la República. Es sencillo, la combinación de altas tasas de interés y el aumento de impuestos son una fórmula segura para ahogar la economía. Por eso la discusión de la reforma tributaria debe ser firme, comprometida y honesta. Sus objetivos deben ser: ampliar la base y simplificar el sistema. Mientras las personas que deberían pagar impuestos los paguen a través de tributos más universales y directos, y lleguen más contribuyentes al escenario tributario, se incrementarían los ingresos del país cuando entran menos recursos por la baja de los precios del petróleo. Si por el contrario se les suman más cargas a los ya exhaustos trabajadores, empleados y empresarios, la reforma será una horca que inevitablemente matará el consumo en el país.

Un gobierno equitativo es aquel que reparte las cargas entre todos, no castiga a quienes siempre pagan porque no es capaz de poner en cintura a quienes realmente toca por miedo a perder votos, compromisos políticos o, lo que es peor, incapacidad o ignorancia.

Por eso estas líneas son para ustedes. Son un llamado para que recuerde que la única manera de proteger su trabajo y su esfuerzo es haciendo uso de la democracia cuando corresponde. El voto, sobre todo en las regiones, debe estar alejado de los corruptos que nos roban sin cesar. El Congreso está lleno de representantes que han tomado sus curules como propias y las heredan o ceden porque saben que son herramientas poderosas que les permiten defender sus intereses económicos y personales. Por eso hoy, cuando más necesitaríamos un Legislativo realmente interesado en defender a sus constituyentes discutiendo una reforma tributaria de manera firme, comprometida y honesta, muy posiblemente veremos una a la que le colgarán prebendas que les permita continuar robando de nuestros bolsillos y defendiendo los suyos. No se le olvide que ahora falta plata no solamente porque el petróleo está generando menos ingresos nacionales, sino porque en momentos en que estaba caro se robaron toda la plata. Recuerde que a uno le suben los impuestos cuando hay déficit, pero nunca cuando hay excedentes. Tenemos que entender y repetirnos: no son dineros de la nación, son dineros de los contribuyentes, a ver si nos duele un poco la próxima vez que vayamos a votar. Entre tanto, nada que hacer, estamos jodidos.

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