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El centenario de Ginastera

Manuel Drezner
15 de abril de 2016 - 04:00 a. m.

En estos días el mundo de la música conmemora el centenario del nacimiento de Alberto Ginastera, el compositor argentino que, junto con Chaves de México y Villalobos de Brasil, conforma la cúspide de músicos de Latinoamérica en el siglo XX. Los tres tuvieron en común el uso de la música vernácula de sus patrias dentro de su obra y todos lograron un lenguaje único que ha creado el respeto hacia su música. Sin embargo, Ginastera agregó a lo suyo una elegancia interesante en la cual la tendencia gauchesca, como él la llamaba, adquiere niveles universales.

Ginastera decía que su herencia catalana por el lado de su padre e italiana por el de la madre, más su conocimiento de las tradiciones argentinas, habían contribuido a su inspiración, y aunque él agrupaba su música en tres períodos, llamados el nacionalismo objetivo, seguido por el nacionalismo subjetivo y acabando con el neoexpresionismo nacional, en todos ellos usó las tradiciones artísticas de su patria. El impulso que dieron a estas tendencias sus estudios con Aaron Copland fue algo básico en la vida artística de Ginastera. El mayor heredero de esas tendencias fue su discípulo Astor Piazzolla, que llevó el tango a niveles de abstracción que lo convierten en algo único, lejos de las melodías de arrabal que cantaba Gardel. Pero Ginastera mostró hasta en los títulos de sus obras, que incluían Pampeanas, el ballet Estancia, una serie de Pampeanas, las Danzas argentinas y su inmensa Cantata para América mágica, cómo sentía íntimamente el arraigo de su nacionalidad. Sus tres óperas se apartan algo de esas tendencias e incluyen una de gran envergadura, Bomarzo, basada en la novela de Mujica Láinez y que tuvo el honor de ser prohibida por la dictadura argentina por varios años. Hizo igualmente música para cine y para prácticamente toda clase de combinaciones instrumentales y sus obras se interpretan con frecuencia en los grandes centros musicales del mundo. Curiosamente, no tiene sinfonías, ya que las dos sinfonías tempranas que creó, él mismo las retiró y prohibió que fueran tocadas en el futuro. Sería curioso conocerlas, ya que en muchas oportunidades los músicos son críticos tan severos de su propia obra que eliminan composiciones importantes.

Una faceta importante de la vida artística de Alberto Ginastera fue su labor como profesor, y muchos importantes músicos, entre ellos varios colombianos, se beneficiaron de la generosa forma como transmitía sus conocimientos. Pero lo más importante de esta herencia es su propia obra, la cual sigue vigente y puede considerarse que está entre los mayores aportes artísticos de América Latina al acervo cultural de la humanidad. Esto lo atestiguan las numerosas grabaciones e incluso la cantidad de conciertos conmemorativos que en todo el universo musical se hicieron con obras de Ginastera. Todos ellos con justicia recuerdan a uno de los artistas más importantes que hayan dado nuestros países al mundo.

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