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El fin del matonismo

Danilo Arbilla
27 de mayo de 2016 - 02:31 a. m.

(Matonismo: Conducta de quien quiere imponer su voluntad por la amenaza o el terror)

La credibilidad de Nicolás Maduro es nula. Menos que cero. El se ha ocupado de certificarlo día a día. Ha anunciado no menos de tres docenas de complots e intentos de golpes de estado, de invasiones extranjeras y de planes para asesinarlo. Pura invención; los hechos lo confirman.

Ahora acaba de calificar de traidor al Secretario General de la OEA, Luis Almagro. Dijo además que era agente de la CIA y que eso se lo había dicho en su momento al expresidentes uruguayo José- Pepe- Mujica.

Mujica lo desmintió. Dijo que todo eso no es cierto: que Almagro no es traidor, que no es de la CIA, que Maduro nunca le dijo nada al respecto y que el presidente venezolano está“ más loco que una cabra”.

La credibilidad de Maduro decrece más, si es que cabe. Además de la menguada comparsa bolivariana ( Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia), los únicos que le creen son Ernesto Samper de la Unasur y el inefable José Luis Rodríguez Zapatero. A éstos se sumaría el Papa Francisco I.

La polémica de estos días entre Maduro y Almagro ,- quien en su respuesta llegó a llamarle “dictadorzuelo” al venezolano-, ha dado que hablar. Muchos consideraron, aplaudieron y reconocieron que ya era hora que alguien le dijera basta al matonismo. Otros se refugiaron en lo políticamente correcto, en disquisiciones sesudas, en el miedo o en el equilibrio cómplice. Hubo quienes consideraron que Almagro no debió hacerle el juego y utilizar igual lenguaje - ¿ rebajarse?, no se si alguno lo dijo-. Olvidaron que fueron respuestas a insultos del mandamás venezolano. Firmes pero a otro nivel. Ignoraron también que en un principio el Secretario General de la OEA realizó determinados planteos al gobierno chavista, que eran de orden – máxime cuando hay una Carta Democrática que respetar- y lo hizo por las vías y con el tono correspondiente, y que la respuesta fue el desaire y el insulto.

¿Qué querían que hiciera? Lo que hizo su antecesor, el chileno José Miguel Insulza, de triste memoria. A éste, tanto Chávez como Maduro, entonces “Canciller” ,además de tratarlo de agente- sirviente- del imperio, le llamaron “ insulso” y “ pendejo” E Insulza se calló, lo hizo en lo que hace a su dignidad personal, pero también en su condición de jefe de la OEA, la que debió hacer respetar. Peor aún , para muchos analistas se acojonó y fue el viabilizador del matonismo. Hubo quien dijo que la OEA de Insulza “ fue un ministerio del chavismo”.

Lo que hizo Almagro fue lo que debieron hacer ya hace mucho tiempo Juan Manuel Santos, Ollanta Humala, mas de un presidente mejicano y Sebastian Piñera, que ahora habla pero que cuando fue presidente de Chile hizo y dijo muy poco al respecto,. Es cierto que eran épocas en que Cristina Kirchner desde Argentina era cabeza visible y voz cantante de la prepotencia y la soberbia del progresismo populista y que el PT de Lula y Dilma manejaba todo en función de sus intereses y de los de las empresas brasileñas ( las que según se ha comprobado le daban una “ participación”).

Al final de su carta a Maduro, Almagro le recuerda que “ entre los ceibos estorba un quebracho” haciendo referencia a unos versos del escritor uruguayo Serafín J.Garcia. Se trata de la poesía gauchesca “Orejano” ( rebelde, cimarrón, ganado que no tiene marca de propiedad), que arranca : “ Yo se que en el pago me tienen idea / porque a los que mandan no les cabresteo;” ( resistirse a meter la cabeza en el lazo o a morder el freno)

No sea cosa que ahora, porque el Secretario de la OEA, por fin, le dice basta al matonismo, “ le tomen idea” y solo porque dice lo que otros debieron decir y no se animaron.

Además hay que tener en cuenta que no se trata de una pulseada para ver quien es más macho, sino de un tema que sufre y padece, todos los días y todas las horas , el pueblo venezolano. Son los venezolanos los que tiene que soportar el matonismo desbordante de Maduro, aunque, seguramente, no será por mucho tiempo. Decididamente no están dispuestos a “cabrestear”.

 

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