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El llamado de H.P. Lovecraft

Juliana Muñoz Toro
27 de noviembre de 2015 - 04:03 a. m.

“La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma”, decía Borges. Si así fuera y ya no queda nada nuevo por contar, si el mundo posible de palabras ya está creado, ¿qué sería de nosotros los escritores? Tal vez volver a inventarse el origen de las cosas, como lo hizo H.P. Lovecraft con Los mitos de Cthulhu.

En ese universo imaginario “todos los hombres gritarían y matarían, y gozarían alegremente”. Así, Lovecraft da paso al horror cósmico, en el que se contradicen las leyes de la naturaleza, la fuerza y el orden de todo lo que existe. Esto conlleva un trabajo de precisión para que haya orden en el caos, y lo que no se pueda ver, se pueda creer.

“No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia”. ¿Acaso saber la Verdad nos enloquecería? Así, en singular, la propuesta en El llamado de Cthulhu sería que hay un origen del mundo que quizá no podamos entender.

¿Qué pasaría si en algún tiempo remoto existieron unos Grandes Antiguos? ¿Y que ahora están dormidos en el interior de la tierra, comunicándose con los hombres a través del sueño? ¿Y qué tal que algún día los astros se alineen y estos dioses regresen?

En este mundo del escritor estadounidense las profecías son un llamado en lo onírico y sólo los artistas con su hipersensibilidad pueden escucharlo. Las revelaciones, aunque parezcan azar del destino, se dan tras la combinación de varios elementos que ya están ahí, y hay algo que surge y hace que veamos todo bajo la misma luz. El poeta podría decir que todas las mujeres que ha amado están suspendidas, hasta que llega una sola mujer con todas ellas de la mano.

Tal vez Lovecraft se “afantasmó”, lo que sería a mi parecer el no tomarse tan en serio, el vivir al margen de sus libros. Porque ¿quién habría de leer lo reescrito? Pero él era un artista al relatar lo que no es de este mundo usando palabras, conceptos y descripciones de este mundo. Además logró algo que pocos: que estos mitos, los de Cthulhu, se siguieran escribiendo aún después de su muerte. Serían de otros autores, pero a todos ellos les gustaba pertenecer al Círculo de Lovecraft. En el llamado lo dice: “No está muerto quien puede yacer eternamente, y en épocas extrañas hasta la muerte puede morir”.

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