El “marihuanódromo” de Tuluá

Mario Fernando Prado
03 de febrero de 2017 - 03:21 a. m.

“Se la fumó verde”. “Está respirando por la herida”. “El ladrón juzga por su condición”. “Está loco”. “Anda trabado”.

Los anteriores y peores comentarios ha recibido el alcalde tulueño Gustavo Adolfo Vélez Román, quien atendió la súplica de un puñado de “canabizadictos” que, ante la entrada en vigencia del nuevo Código Nacional de Policía, están preocupados de llegar a ser detenidos por consumir la maracachafa en lugares públicos.

Lógico que al alucinado alcalde se le vinieran encima los tradicionales fariseos de siempre, aquellos que se rasgan las vestiduras con la doble moral que caracteriza a quienes predican una cosa y hacen otra.

En nuestras ciudades, y más aún en los pueblos, los “maracachafiaderos” son conocidos de sobra por parte de las autoridades incompetentes, que ahora y gracias al nuevo código les va tocar judicializar a quienes hoy se fuman sus cachitos en los parques, iglesias, estaciones del Trasmilenio y donde les da la real gana.

Así las cosas, el burgomaestre tuluano —digo tulueño— se vino con esta propuesta, agregando que el “marihuanódromo” tendrá acompañamiento de las Secretarías de Salud y Cultura y de Bienestar Social.

¡Y quién dijo miedo! En la tierra del cóndor León María Lozano y de Gardeazábal, las beatas y mojigatas están presionando al obispo para que excomulgue a Vélez Román y sus opositores están aprovechando su osadía para recoger firmas y echarlo del cargo.

A su turno, la marihuana medicinal, la dosis personal y todo cuanto este alucinógeno natural tiene de bueno y de malo se abre paso y se campea en los sitios más postineros.

Y mientras esto sucede, las pepas sintéticas, que son más dañinas y que nadie las vigila y menos sanciona, están ganando la partida.

 

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