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El matrimonio igualitario es imparable

Mauricio Albarracín
10 de febrero de 2016 - 03:18 a. m.

El siete de febrero pasado se cumplieron nueve años de la sentencia de la Corte Constitucional que reconoció la existencia legal de las parejas del mismo sexo y sus derechos patrimoniales bajo la institución de la unión marital de hecho, o conocida popularmente como unión libre.

(Ver Sentencia C-075 de 2007

Antes de esta sentencia, las parejas del mismo sexo no tenían ningún derecho y era un debate jurídicamente cerrado por la Corte Constitucional y políticamente bloqueado por el Congreso. Con esta decisión de la Corte, se abrió un camino hacia la igualdad que ha sido gradual, pero acelerado.

Cuando estaba en la facultad de derecho, pensaba que los cambios debían hacerse de forma instantánea y radical, pero hoy valoro mucho los avances que se dan lentos pero seguros. Después de muchos años de lucha y sin arrogancia, creo que el matrimonio igualitario es imparable porque tiene la Constitución de su lado, los conservadores se han ido quedando sin argumentos, no reconocerlo le genera perjuicios a las parejas del mismo sexo y la sociedad colombiana está lista.

El matrimonio igualitario está respaldado por los mejores argumentos constitucionales, tal y como se vio reflejado en la audiencia de julio del año pasado. Por la Cortepasaron los más destacados constitucionalistas, entre ellos Rodrigo Uprimny, Esteban Restrepo, Magdalena Correa y Diego López, quienes coincidieron que no existe ninguna razón constitucional para negar el matrimonio a una pareja del mismo sexo y que, por el contrario, negarlo produce violaciones de derechos fundamentales y una gran inseguridad jurídica para estas familias (ver audiencia).

En segundo lugar, los conservadores se han quedado sin su principal argumento. Ellos se oponen al matrimonio igualitario por la posibilidad que abriría a la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Esta razón ya no tiene cabida porque la Corte Constitucional reconoció la adopción individual, del hijo biológico del compañero/a del mismo sexo y la adopción conjunta de parejas del mismo sexo. Más aún, la Corte reconoció que los hijos biológicos de parejas del mismo sexo tiene derecho al registro con sus dos papás. Es decir, la Corte consideró acertadamente que para tener hijos no hay que estar casado e implícitamente se reconoce que a nadie se le puede negar el derecho a casarse por no tener hijos.

Una tercera razón es que la comunidad política nacional e internacional está reconociendo el matrimonio igualitario cada vez más por vía judicial o legislativa. De hecho, las transformaciones legales han llevado a que parejas del mismo sexo se casen en otros países y venga a vivir a Colombia. Es más, el no reconocimiento de estos matrimonios ha llevado a situaciones absurdas como la que conocí de primera mano. Un amigo cercano se casó con su compañero en los Estados Unidos y vinieron a vivir a Colombia el año pasado. Si fuera una pareja heterosexual, bastaría con registrar su matrimonio para acceder a la visa. Sin embargo, su matrimonio no fue reconocido en Colombia por efecto de la confusión legal que dejó la Sentencia C-577 de 2011, en la cual se dejó abierta la interpretación a cada juez o notario. Entonces, buscaron la alternativa de hacer una unión marital de hecho en varias notarías. En las notarías les pidieron un “certificado de soltería”, algo que es imposible para ellos porque no son solteros considerando que están casados. Mientras estaban en este laberinto institucional, el integrante de la pareja que no era colombiano no tenía visa para residir ni acceso a la seguridad social. El no reconocimiento del matrimonio igualitario lleva a resultados discriminatorios y absurdos como los de este caso.

Hace casi una década se reconoció por primera vez la existencia legal de las parejas del mismo sexo. Durante este tiempo, la sociedad colombiana ha dado un debate largo y muy constructivo que ha demostrado que el matrimonio igualitario no es sólo un asunto de justicia, sino además que quienes insisten en negarlo lo hacen por capricho, oportunismo político o fundamentalismo. En los próximos días, la Corte Constitucional tiene en sus manos la posibilidad de cumplir la promesa de igualdad que nos hicieron hace 25 años en nuestra Constitución y cerrar para siempre un capítulo de desigualdad ante la ley del cual deberíamos avergonzarnos.

* Investigador de Dejusticia. malbarracin@dejusticia.org Twitter @malbarracin
 

 

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