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El perdón de las Farc

Columnista invitado EE
27 de octubre de 2015 - 02:00 a. m.

“Nosotros haremos unas declaraciones colectivas de verdad y asunción de responsabilidad”, le dijo Iván Márquez a Félix de Bedout, en entrevista para La W y Univisión.

El anuncio deja dos preguntas decisivas: ¿Puede ser la confesión de la verdad un acto colectivo? ¿Las declaraciones colectivas de responsabilidad reparan a las víctimas?

La política, advierte Safranski, “es la negociación del restablecimiento de la paz en el campo de batalla de las verdades”. Por ello, la verdad política tiene un componente ineludible de negociación y compromiso. Sin embargo, la verdad sobre la guerra no puede estar separada de los propósitos de reconciliación, advirtió la Comisión de la Verdad de Sudáfrica. Y acá, el Centro de Memoria Histórica ha hablado de una “verdad al servicio de la justicia”.

Luego, si las declaraciones colectivas de verdad de la guerrilla se insertarán en el marco de una justicia restaurativa, deben propiciar la reparación efectiva de las víctimas, lo cual comienza con un mea culpa individual y, ojalá, sincero. Un pedido personal de perdón que no se diluya en disquisiciones contextuales y que ayude a las víctimas y a la sociedad a sanar sus heridas.

Si la verdad es un asunto colectivo, la responsabilidad política también lo es. Organizaciones, instituciones, Estados y sociedades enteras suelen reconocer públicamente su responsabilidad por acción u omisión en la comisión de actos delictivos o injustos. Los alemanes, por ejemplo, se han considerado responsables de la tragedia del nazismo y los estadounidenses de la segregación racial. Sin embargo, la responsabilidad colectiva no es abstracta o indeterminada. Es, más bien, simbólica, pero no sustituye a la personal.

Por ello, si la Jurisdicción especial para la Paz pretende “acabar con la impunidad, obtener verdad, contribuir a la reparación de las víctimas y juzgar e imponer sanciones a los responsables de los graves delitos cometidos durante el conflicto armado, particularmente los más graves y representativos”, las declaraciones colectivas de verdad y asunción de responsabilidad serán insuficientes para tales fines, pues no permitirán individualizar a los autores de tales hechos.

Pero además, una declaración colectiva general y abstracta sería interpretada por una sociedad que recuerda vivamente hechos concretos de victimización, como los secuestros o los carros bomba, como una maniobra de los máximos responsables para diluir y eludir su responsabilidad. Aunque el marco en el que operará el Tribunal de Paz será más político que jurídico, es erróneo considerar que una asunción personal de responsabilidad sólo es exigible en un juicio penal ordinario.

Sin duda, las declaraciones colectivas de verdad y asunción de responsabilidad de las Farc tendrán un importante efecto político y simbólico para su reinserción a la vida civil. Tales declaraciones son coherentes con una organización inspirada en el colectivismo, es decir, en la idea de que sus combatientes están al servicio de una causa superior. Sin embargo, la verdad que aporten y la consecuente responsabilidad que asuman también debe ser individual. De lo contrario, las víctimas y la sociedad no tendrán rostros concretos a los cuales perdonar. No es posible perdonar a una ideología, sino lo que sus militantes hicieron justificados en ella.

@IGarzonVallejo

 

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