El plato fuerte

Gonzalo Silva Rivas
03 de noviembre de 2015 - 09:05 p. m.

La descarga producida por el incremento en las tarifas eléctricas les cae a todos los usuarios, pero impacta con mayores kilovatios a los pequeños empresarios que tienen alta dependencia de la energía para el desarrollo de su actividad comercial.

En el caso de la hotelería y la gastronomía turística, representa quizás el segundo rubro más elevado dentro de los costos operativos -después de la nómina-, por cuanto la finalidad de ambos sectores es prestar servicios con ciertos mínimos de calidad y de confort.

El fenómeno del Niño calienta todos los rincones del país; revive la crisis energética, y desata el acostumbrado debate sobre la responsabilidad del Gobierno en la planificación de políticas a largo plazo para encarar estas contingencias. A partir del apagón Gaviria cuantiosos fueron los recursos invertidos para preparar al país en el procesamiento de energía térmica, pero la improvisación no solo saca la mano, sino que el monopolio y la privatización del servicio empeoran las cosas: los operadores -como de costumbre- trasladan a los usuarios los riesgos de sus finanzas.

La hotelería es considerada legalmente una industria, pero es la única que soporta una sobretasa de energía del 20%, la misma que se les suprimió, desde hace cuatro años, a las demás industrias, con el propósito de reducirles costos y mejorarles competitividad dentro y fuera del mercado nacional. Es una forma despectiva que tiene el Gobierno de mirar el turismo, quizás porque el sector lo componen en su mayoría pequeños y anónimos empresarios, con escaso poder y poco liderazgo frente a las instancias nacionales.

Los gremios deberán encarar alternativas que promuevan la utilización de recursos energéticos renovables -con bajo impacto medioambiental asociado a la actividad turística- para estimular prácticas que permitan su uso eficiente y sustentable, y de esta manera optimizar la rentabilidad de las empresas. Es la manera de prepararse para los efectos de las crisis energéticas, cada vez más recurrentes ante el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales básicos.

Será un tema que seguramente ocupará la atención de la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica, que inicia hoy en Santa Marta su VII congreso nacional anual. Durante dos días los empresarios del sector reflexionarán sobre el futuro de la gastronomía en el país, un futuro que se encuentra atado a la reducción de los costos energéticos.

En la mesa de discusiones del encuentro de Acodrés, que reunirá a medio millar de propietarios, gerentes, cocineros y profesionales del área, estarán servidas propuestas para ponerle más color y sazón a la actual oferta gastronómica en el intento de hacerla innovadora y competitiva. La cocina está directamente asociada con el turismo. Por los lados de esta industria crece una tendencia de viajeros que se orienta hacia destinos con valor cultural para priorizar los platos típicos y descubrir el sabor particular, el olor característico y el atractivo visual de lo local.

Son varios los problemas que aquejan a la gastronomía colombiana y a sus empresarios, y se cuenta con un escenario apropiado para comenzar a agarrarlos y darles solución. Optimizar los niveles de calidad es importante. La presencia de expertos conferencistas internacionales, con una visión global en la materia, permitirá fijarles el paso a los restaurantes y a nuestra cocina para que comiencen a recorrer el camino hacia su conversión en atractivos de clase mundial.

Sin duda, el plato fuerte será la exposición de las cifras, resultados e indicadores económicos del último año, balance que no siempre ha sido alentador para un sector tan estratégico, que no está dispuesto a transformar las fuertes descargas eléctricas en indigestos “corrientazos”.

gsilvarivas@gmail.com

 

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