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El problema de las drogas

Hernán González Rodríguez
16 de septiembre de 2016 - 03:04 a. m.

En el punto tercero del azaroso Acuerdo Farc-Santos se continúa tratando el tema del narcotráfico de la misma manera tolerante y solapada que se comprueba con la duplicación de las zonas plantadas de coca en los dos últimos años, de acuerdo con la ONU.

Colombia es el primer productor de mundial de coca, informan los diarios extranjeros. El área plantada puede estar hoy entre las 160.000 y las 200.000 hectáreas.

Según estudio de la ONU, la producción de clorhidrato de cocaína pura promedia 5,5 kgs/ha-año. En 2005 se produjeron 680 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína pura, ya en 2012 se rebajó a 309. Luego, las 160.000 hectáreas existentes en 2016 producirán no menos de 880 toneladas métricas.  A razón de 10 millones de dólares netos por tonelada, en promedio, recibirían los ‘indigentes de las Farc´ cerca 8.800 millones de dólares por año. A los pobres campesinos no les pagan en un cristalizadero más de dos millones de dólares por tonelada. Cerca del 80% de la coca que se produce en Colombia pasa por manos de las FARC. 

El fracaso en el control de las plantaciones de coca se debe a la suspensión de los bombardeos, a la prohibición de la aspersión aérea con glifosato, a la no extradición de los narcotraficantes, a la ley que prohíbe la expropiación de sus bienes. Considerar el narcotráfico como delito conexo con la rebelión política hace parte de la legalización del negocio de la coca que defiende el presidente Santos.                                

Los eternos cuatro años de negociaciones en La Habana impulsaron a los cultivadores a sembrar más y más, con la esperanza de recibir más dinero del Gobierno, llegado el momento de sustituir sus plantaciones. Los centenares de toneladas incautadas por el Gobierno durante 2016, también corroboran la expansión de las plantaciones de coca. El aumento de los jóvenes drogadictos es el resultado del funesto “libre desarrollo de la personalidad”.

Ante este incomparable negocio pactan en el punto tercero del Acuerdo: “Frente a esta situación el fin del conflicto debe representar una oportunidad para construir una solución conjunta e integral al problema de las drogas de uso ilícito… integrarse a la lucha contra las organizaciones dedicadas al narcotráfico, incluyendo el compromiso de las FARC-EP a contribuir de diferentes formas en la solución definitiva del problema de las drogas ilícitas”. Sospecho que el compromiso de las diferentes formas de las Farc y de Santos radica en que continúen siendo lícitos los cultivos.

Para tan ´noble fin´ crearon el Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito -PNIS- cuyo principio fundamental es la sustitución voluntaria de los cultivos de coca de acuerdo con alternativas definidas con las comunidades, para contribuir al cierre de la frontera agrícola y para acordar la sustitución y no resiembra. “Las propuestas de las Asambleas Comunitarias serán la base para la construcción del plan municipal integral de sustitución y desarrollo alternativo de las zonas afectadas por los cultivos de uso ilícito”.

¿Qué pasa si no hay acuerdos? “En los casos en que no haya acuerdo con las comunidades, el Gobierno procederá a la erradicación de los cultivos de uso ilícito, priorizando la erradicación manual donde sea posible”. Retórica, porque la legalización del negocio de la coca en Colombia es una realidad irreversible.  

Tan irreversible que el nuevo Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, propuso acertadamente una solución oportuna y realista al mayor enemigo de la paz de Colombia: “retornar a las fumigaciones con glifosato o con algo eficaz”.  El Gobierno, cómplice de esta tragedia, se opuso de nuevo a fumigar con glifosato e insiste en su erradicación manual, la cual ha sido un fracaso absoluto hasta ahora. 

Mi visión del futuro.  Las Farc sí van a cumplir a medias con el cese del fuego bilateral y de hostilidades, van a devolver algunos niños, se van concentrar y a desmovilizar parcialmente, también van a entregar algunas armas… Esto lo pactaron a cambio de que Santos les legalizara su negocio; esto es, que los sembradíos de coca en las ‘republiquetas’ de las Farc sean una actividad legal y exclusiva de ellos. No olvidemos que el presidente Santos ha sido un adalid de la legalización del negocio de la coca desde el comienzo de su mandato. Pero tal legalización será la puerta de ingreso del partido de las FARC con el fin de llegar al poder y apoderarse de él por tiempo indefinido, financiado por este negocio.  Ojalá que la comunidad internacional no tarde mucho para arrepentirse de sus alabanzas sobre la paz de Santos. 

 

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