El próximo dictador

Luis Carlos Vélez
09 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

Nicolás Maduro nombró la semana pasada a Tareck el Aissami como su sucesor. En una clara señal de hacia dónde Venezuela se dirigirá una vez el actual mandatario deje el poder, El Aissami fue nombrado vicepresidente. El exgobernador del estado Aragua es el hombre de Cuba e Irán en Caracas. Las agencias de inteligencia señalan que sus lazos estrechos con los regímenes de La Habana y Teherán lo hicieron el hombre perfecto para la cantada sucesión. Su nombramiento deja claro que los militares no tienen un hombre fuerte que se perfile dentro de la estructura de poder y corrupción venezolana y que los que mandan la parada son los Castro y Hassan Rouhani.

El Aissami es mucho más corrupto, ambicioso e inteligente que el actual presidente de Venezuela, algo que muchos dirían no es muy difícil, sobre todo en el tercer ítem. Documentos del Centro para una Sociedad Segura, una organización de investigación en Washington, publicados en 2014, indican que la oficina del nuevo vicepresidente facilitó pasaportes e identificaciones venezolanas a presuntos terroristas islámicos. Como si esto fuera poco, ese mismo año el diario The Wall Street Journal publicó una investigación en la que se reveló que dos empresas militares iraníes, sancionadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, misteriosamente tenían presencia en el estado de Aragua.

Su nombre también ha estado vinculado al narcotráfico. En 2015 otra investigación del Journal describió cómo El Aissami recibía sobornos para permitir el envío de droga a través de puertos venezolanos. El mismo documento señala cómo la DEA y fiscales de Estados Unidos trabajan en el caso, que también involucra a Diosdado Cabello.

Localmente también se recuerda con horror la manera en que durante su administración como ministro de Relaciones Interiores y Justicia se registraron múltiples casos de presos en cárceles venezolanas que asumieron el poder en los centros penitenciarios logrando mantener su actividad criminal. Un fenómeno tan grande y descarado en esa nación, que les otorgó el remoquete de los “Pranes”. De hecho, al terminar el año pasado, el estado de Aragua se llevó el título del estado más violento del país, con una tasa de homicidios de 142 por cada 100.000 habitantes.

Con el nombramiento de El Aissami, Maduro demuestra que su intención no es la de dialogar sino la de radicalizar su postura frente a la oposición que trata de dar la batalla desde la Asamblea Nacional. En la perinola política venezolana, la jugada de Nicolás es “Todos pierden”, si no es para mí, no es para nadie.

En todo esto la oposición venezolana tiene mucho de responsabilidad. Realizando cálculos incomprensibles, el año pasado cuando tenía contra las cuerdas a Maduro y sus secuaces y las marchas y el descontento amenazaban con llegar finalmente a Miraflores, sacaron la bandera blanca para llegar a un acuerdo. Un arreglo que, sin sorpresa, terminó en conejo y traición. Maduro está de salida, pero ya puso a su sucesor. Así que, en un caso remoto de que la Asamblea tumbe al sucesor de Chávez, el representante del diablo se quedará en el poder. En ese momento, les aseguro, todos extrañarán a Maduro, e incluso a Chávez.

PD.

Lo realmente incomprensible de Peñalosa es que alguien que se considera tan inteligente y capaz, esté por ahora haciendo una alcaldía más discreta que la del mismo Petro y eso es mucho decir.

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