“El señorito oligarca”

Catalina Uribe Rincón
01 de febrero de 2017 - 07:54 p. m.

En el 2007, durante un evento de lucha libre, Donald Trump se salió de casillas y golpeó por fuera del ring a alguien que iba por el luchador del equipo contrario.

El incidente quedó registrado como un evento jocoso en el que el ahora presidente, de saco y corbata, se lanzó encima de este sujeto y le pegó un par de puños frente a las cámaras. Los medios sacaron a la luz el suceso durante las elecciones, pero a sus seguidores poco pareció importarles. Otro asunto que debió ser controversial, pero que tampoco alteró a sus votantes, fue la ráfaga de declaraciones xenófobas del magnate contra los mexicanos. Muchos no se las tomaron en serio. Ahora se están empezando a ver las consecuencias.

La carrera presidencial para el 2018 está comenzando en Colombia. Entre los candidatos más sonados está Germán Vargas Lleras, quien representaría al partido Cambio Radical. Y radicales son también sus actuaciones. Recordemos, por ejemplo, cuando en medio de un discurso tildó de “gamín” a un araucano opositor o cuando golpeó sin más a uno de sus escoltas. Más aún, recientemente Vargas Lleras siguió el patrón trumpiano de la xenofobia al referirse despectivamente a los venezolanos diciendo que las casas construidas no son para “venecos”. Y aunque el actual vicepresidente se intentó defender alegando que dicho término no es xenófobo, no se puede negar que su discurso fue displicente y mal intencionado. ¿Era necesario mencionar a los venezolanos en ese contexto? ¿Su objetivo era decir la verdad o alborotar los ánimos?

Debemos observar a Trump no sólo por las implicaciones que tendrán sus políticas para nuestro país, sino también porque nos sirve como espejo de lo que puede ocurrir en Colombia. El hecho de que Maduro haya perdido toda credibilidad y de que sus discursos sean cada vez más risibles no puede cegarnos de que lo que hizo Vargas Lleras estuvo muy mal. No podemos ignorar el peligro que acarrean dirigentes incontinentes capaces de inventar falsos fantasmas. Muchas veces tomar distancia es lo único que permite al ojo ver lo que tiene cerca. EE.UU. eligió a un candidato cuyo carácter cuestionable fue evidente desde el inicio. Este caso debería ayudarnos a pensar qué tipo de presidente queremos elegir en el 2018.

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