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En armas, ni un intento

Nicholas D. Kristof
06 de diciembre de 2015 - 02:00 a. m.

Otro día, otro abominable tiroteo en los Estados Unidos.

En lo que va del año, ha habido en los Estados Unidos en promedio más de un tiroteo masivo al día, según el sitio web ShootingTracker, contando los casos de cuatro o más personas abaleadas. Y ahora tenemos el ataque del miércoles en San Bernardino, California, que costó la vida cuando menos a 14 personas.

Es muy pronto para saber con exactitud qué ocurrió en San Bernardino pero, solo en los últimos cuatro años, más personas han muerto en Estados Unidos por armas de fuego (incluyendo suicidios y accidentes) que estadounidenses caídos en las guerras de Corea, Vietnam, Afganistán e Irak juntas. Cuando una persona muere en Estados Unidos cada 16 minutos por un arma de fuego, necesitamos con urgencia hablar sobre remedios.

Los demócratas, incluido el presidente Barack Obama, hacen énfasis en la necesidad de abordar los problemas de EE.UU con las armas. Los republicanos hablan de la necesidad de abordar la salud mental. Ambos están en lo correcto.

Primero, armas de fuego, el tema central: Necesitamos un nuevo enfoque de salud pública con base, no en la eliminación de las armas (eso simplemente no ocurrirá en una tierra rebosante con 300 millones de armas), sino en una reducción de la carnicería que causan.

Erigimos políticas de rutina para reducir el precio de productos letales a nuestro alrededor. Eso es lo que hacemos con automóviles (licencias de manejo, cinturones de seguridad, guardavías). Es lo que hacemos con piscinas (vallas, verjas a prueba de niños, coberturas). Es lo que hacemos con armas de juguete (puntas naranja).

Es lo que deberíamos hacer con las armas de fuego reales.

Podemos mejorar la seguridad pública sin eliminar las armas. Suiza tiene armas por doquier porque casi todos los hombres pasan muchos años como miembros de las fuerzas armadas en jornada parcial (se dice que Suiza no tiene ejército; es un ejército). Sin embargo, si bien las armas militares son ubicuas, la delincuencia es baja.

En lo que deberíamos concentrarnos es en la reducción al acceso de armas entre personas que representan el mayor riesgo. Un imperativo primer paso está en revisiones de antecedentes para adquirir un arma. Una nueva investigación de Harvard sugiere que alrededor de 40 por ciento de las armas en Estados Unidos son adquiridas sin una revisión de antecedentes… lo cual simplemente es inadmisible.

Asombrosamente, es perfectamente legal incluso para gente en la lista de observación por terrorismo comprar armas de fuego en Estados Unidos. Más de 2.000 sospechosos de terrorismo efectivamente compraron armas entre 2004 y 2014, con base en la Oficina de Transparencia Gubernamental y el Wonkblog del diario The Washington Post. Los demócratas han propuesto repetidamente cerrar ese hueco, pero la Asociación Nacional del Rifle y sus aliados republicanos han obstruido esos esfuerzos, así que sigue siendo legal.

Si bien los republicanos en el Congreso se resisten a las medidas más básicas para reducir el acceso a armas por parte de trasgresores violentos, la población general es mucho más razonable. Incluso entre propietarios de armas, 85 por ciento aprueba las revisiones universales de antecedentes, con base en un sondeo de este año.

De la misma forma, un porcentaje abrumador de propietarios de armas de fuego apoya una dura aplicación de medidas sobre corredores de armas que son descuidados o pierden rastro de las armas. La mayoría de los propietarios de armas también favorece prohibir que personas menores de 21 años posean una pistola y exigir que las armas estén bajo llave en casa.

Estas son medidas razonables que, trágicamente, son bloqueadas por la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés) y sus aliados. La NRA solía ser una organización razonable. Apoyó la primera gran ley federal de armas en 1934 y apoyó, a final de cuentas, la Ley de control de armas de fuego de 1968.

Como un niño de granja que creció en el Oregon rural, recibí un rifle calibre .22 cuando cumplí 12 años y tomé el curso de seguridad de la NRA que, según recuerdo, venía con una membrecía de un año. Sin embargo, la NRA se ha convertido en un cabildo extremista que se opone con vehemencia incluso a pasos respaldados de manera contundente por propietarios de armas.

En cuanto a salud mental, los republicanos están en lo correcto en que a veces se relaciona con violencia de armas de fuego. Sin embargo, también es cierto que, en algunos casos, sus recortes presupuestarios han reducido servicios de salud mental. Hay que reconocer al representante republicano de Pensilvania, Tim Murphy, por la introducción de una iniciativa de ley que mejoraría nuestro desastroso sistema de salud mental, quizá reduciendo el número de personas que pierde la cordura y recurre a la violencia. Sin embargo, algunos demócratas desconfían de la iniciativa porque a los republicanos les gusta. Eso es absurdo: Necesitamos mejores servicios de salud mental justamente de la forma que necesitamos revisiones universales de antecedentes.

No está claro qué política, si la hay, pudiera haber impedido los asesinatos en San Bernardino. No todos los tiroteos son prevenibles. Sin embargo, ni siquiera lo estamos intentando.

Cuando atacamos la conducción de vehículos en estado de ebriedad, aplicamos medidas como elevar la edad mínima para beber a 21 años y aplicamos estrictas medidas a los trasgresores. Eso no eliminó la conducción en estado de ebriedad, pero salvó miles de vidas.

Por razones similares, Ronald Reagan, aclamado por los republicanos en casi todo los demás contextos, favorecía las regulaciones de armas, incluyendo periodos de espera obligatorios para compras.

“Cada año, en promedio 9.200 estadounidenses son asesinados por armas de fuego”, escribió Reagan en un artículo de opinión del New York Times en 1991, apoyando las restricciones sobre las armas. “Se debe parar este nivel de violencia”.

Agregó que si regulaciones más estrictas “iban a resultar en una reducción de solo 10 a 15 por ciento de esos números (y pudiera ser mucho mayor), bien valdría la pena convertirlo en la ley de la tierra”.

Republicanos, escuchen a su santo líder.

 

 

* Póngase en contacto con Kristof en Facebook.com/Kristof, en Twitter: @NickKristof o por correo postal escribiéndole a: The New York Times, 620 Eighth Ave., New York, NY 10018).

 

 

The New York Times 2015

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