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Este septiembre de Allende

Cristo García Tapia
15 de septiembre de 2016 - 12:59 p. m.

Para apreciar que tanto la sociedad de la Información y la Comunicación, fase superior de la Globalización, guarda alguna concordancia con sucesos que marcaron la historia de América Latina en el siglo XX, me di a revisar las ediciones de periódicos regionales correspondientes a este domingo 11 de septiembre, relacionadas con el golpe militar de Augusto Pinochet contra Salvador Allende, presidente constitucional de Chile, aquel 11 de septiembre 1973.

Ni siquiera los del país víctima de aquella tragedia de los cuales era dable esperar cuando menos una reseña, se detuvieron a refrescar la memoria histórica de la catástrofe que para Chile y para el conjunto de las naciones latinoamericanas, marcó aquel cruento asalto y aplastamiento militar a la democracia y a un gobierno legítimamente constituido.

Con la excepción de uno que no es de la región, El País, de España, que publicó en su edición dominical una reseña de su corresponsal en Washington relacionada con los “informes desclasificados” de la CÍA, incompletos y borrados, según el periodista y especialista en Chile, Peter Kornbluh, para favorecer a Nixon y a los responsables estadounidenses del golpe contra Allende, ningún otro periódico, revista de importancia o portal, asomaron a sus lectores a este suceso histórico ocurrido en el último tercio del siglo XX.

Cuanto ocurrió en Chile por aquellas calendas, no es suceso que deba ocultarse dejando de registrarlo como ahora ha ocurrido o, de un trazo, borrarlo de la faz de la historia y de las generaciones que teniendo el derecho y deber de conocerlo y juzgarlo a la luz del daño que ocasionó, oponerse a su repetición allá o en cualquier país de este continente.

Que es cuanto se persigue con la fuerza dialéctica de la memoria como soporte de una historia que no debe consentir en invisibilizar el colectivo social, mucho menos permitir que se manipule mediáticamente en detrimento de la verdad histórica de la cual fue protagonista hasta el sacrificio.

Negar los poderes de la información y la comunicación, fase superior de la Globalización, por cualquiera de sus medios y canales, el golpe de Estado que dejó por un largo periodo de su historia a Chile a merced de una de las más sanguinarias dictaduras del siglo XX, es ir en contravía del deber ser de salvaguardar la democracia en las expresiones y dinámicas que la historia y el desarrollo continuo de la sociedad imponen.

Es contener, contrariando las leyes sociales, el devenir dialectico de aquella en políticas incluyentes y pluripartidistas que su permanente y continuo ejercicio reproducen; desviar, por medios contrarios a la ética,  el deber ser con la reafirmación de un hacer positivo de las libertades individuales en todas sus manifestaciones, escenarios, clases y grupos sociales.

Si cuanto se persigue por parte de esos poderes invisibles pero efectivos que controlan la información y la comunicación en beneficio de unos intereses particulares claramente identificados con el suyo, es hacer tabla rasa y sepultar la verdad acerca de su papel en la ejecución de la democracia en Chile, hay que reivindicar el derecho social a la verdad histórica que tales se empecinan en negar y rasgar el velo que la oscurece y priva al colectivo humano de recrearla y ponderarla como valor y expresión identitoria de sus libertades.

A los jóvenes del continente latinoamericano hay que decirles que en Chile, un 11 de junio de 1973, se dio un golpe de Estado, se derrocó un presidente constitucional y legítimo, se instauró un régimen militar sanguinario, se convirtieron en centros de tortura permanente y desaparición forzada los cuarteles, los estadios, las universidades.

Y que esa tragedia de la democracia, del golpe de Estado, no se debe repetir.

Nunca más. Ni en Chile, ni en ninguna nación del continente latinoamericano.

Poeta
@CristoGarciaTap

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