Esto no lo arregla ni Dios

Aura Lucía Mera
20 de diciembre de 2016 - 02:00 a. m.

En 1962 se desató el escándalo.

Salió a la luz un libro que desentripó la verdad sobre la violencia en Colombia. Lo más paradójico del caso es que todo se originó durante el gobierno de la Junta Militar que creó una comisión para investigar las causas de la violencia que estaba desangrando al país, y el entonces párroco de El Líbano, Tolima, monseñor Germán Guzmán Campos, formó parte de ella y se dedicó a compilar testimonios y fotografías de las víctimas de esa barbarie. Fue llamada “Enciclopedia de la infamia”.

Los fundadores de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, Eduardo Umaña Luna y Orlando Fals Borda, invitaron al párroco Guzmán a que se uniera a ellos y escribir un libro completo sobre esos años atroces. Esto fue en 1958.

La publicación de los dos tomos cayó como una bomba atómica, y liberales, conservadores, gobernantes y gobernados, incluyendo la Iglesia y los militares, se rasgaron las vestiduras y prácticamente su lectura era sacrílega, y sus lectores tildados de comunistas y apátridas. Se satanizó el libro.

Afortunadamente Taurus acaba de sacar una nueva edición que ya está circulando, en estos momentos álgidos que estamos viviendo. Es la única forma de entender la historia de nuestro país y reconocer que desde épocas inmemoriales nos estamos matando o, mejor dicho, permitiendo la masacre de campesinos por luchas partidistas y ambiciones de poder.

Germán Guzmán renunció a los hábitos, se exilió y contrajo matrimonio con Olga Navia Tejada, brillante abogada caleña. Murió sin regresar jamás a Colombia. Fals Borda y Umaña Luna también ya fallecieron, pero en esta edición Fals deja escrito un apasionante prólogo.

“Este libro tormentoso y atormentado que llega a sus manos recoge la tragedia del pueblo colombiano, desgarrado por una política nociva de carácter nacional y regional, diseñado por una oligarquía que se ha perpetrado en el poder a toda costa desatando el terror y la violencia. Esta guerra insensata ha sido prolífica al destruir lo mejor que tenemos: el pueblo humilde”.

“La historia enseña que es posible hacer revoluciones radicales, mas sin crueldad. Totales, mas sin el inútil sacrificio humano. Si Colombia necesita una honda transformación social, ¡seamos capaces de hacerla como hombres y no como bestias!”.

“Colombia ha llegado en su devenir histórico a tal encrucijada que necesita que se le diga la verdad. Así sea ella dolorosa, y aunque produzca serios inconvenientes a aquellos que se atrevan a decirla”.

“En mayo de 1934 Max Grillo describe el panorama (...) Apenas transcurre un día sin que los periódicos den cuenta de un crimen horrendo. Lo más doloroso es que la sociedad parece haberse familiarizado con la producción en serie del crimen. Ya nadie se impresiona ante el atentado criminal, actos de crueldad estúpida como desollar a las víctimas y mutilarlas, asesinatos de sacerdotes, el puñal y el revólver usados en reyertas, el atraco en pleno día en las calles de la capital, la inseguridad en las ciudades y en el campo”.

Estamos entrando al año 2017 y todo sigue igual o peor. Ochenta años después y todavía una fracción política fundamentalista no quiere la paz. No pudo ni el papa. Esto en Colombia no lo arregla ni Dios. Estamos condenados a seguirnos matando por polarizaciones políticas y ambiciones personales. Qué espanto. Todo sigue igual. Y los muertos: el pueblo humilde. ¿Cómo sería una Colombia en paz?

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