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Habitante de calle, un ciudadano

Juan Pablo Ruiz Soto
24 de agosto de 2016 - 02:06 a. m.

Al preguntar a los ciudadanos qué piensan de los habitantes de calle, casi todos dicen que quisieran que desaparecieran. Los habitantes de calle existen en todas las ciudades del mundo: No desaparecerán.

Un aspecto común es que todos sacan su sustento de la calle y son ciudadanos con derechos y obligaciones pues son parte de la ciudad.

Así como la condición de oficinista o comerciante significa, en la mente de todos, una cierta tipología o forma de vida y reconocemos entre ellos aspectos comunes que los caracterizan por su actividad u oficio, también reconocemos entre ellos grandes diferencias. En el caso de los habitantes de calle tendemos a asumir que todos son iguales (drogadictos y peligrosos) y no es cierto. Debemos aprender que hay muchas diferencias entre ellos.

Hace poco entrevisté para Blueverde a un llamado habitante de calle de la ciudad de Armenia. Él, como reciclador, nos dijo dos cosas que impactaron a muchos de los oyentes tanto como a mí. Palabras más, palabras menos, con orgullo y plena convicción, dijo: Todo lo que tengo se lo debo a la calle. Allí conocí a mi compañera, allí encuentro mi sustento, y de ella vivo. Cuando le pregunté cuál era su principal dificultad y si, al igual que en Bogotá, el reciclador rompía las bolsas para extraer lo reciclable, dijo: Nosotros trabajamos divididos por zonas y en cada zona nos conocen. Lo difícil es cuando llega el indigente que, mal presentado y en muchos casos drogado, llega a romper las bolsas y sacar de manera apresurada lo que necesita. Nosotros les hablamos pero unos se dejan hablar y otros no.

El tema es complejo. Para armonizar la existencia del habitante de calle con el resto de la ciudadanía debemos aprender a reconocer no solo las diferencias entre ellos, sino también sus virtudes y aporte al funcionamiento de la ciudad. Una buena parte de quienes viven de la calle son recicladores. Son parte casi que estructural de la vida urbana. Al mismo tiempo es indispensable que las autoridades, a nombre de la ciudadanía, intervengan para disminuir la presencia y uso de las drogas en el mundo de la calle.

La tarea es una tarea conjunta, donde todos tenemos arte y parte. Sería pretencioso decir que tenemos la solución al problema de la droga en los habitantes de calle, pero también sería irresponsable decir que no hay nada que hacer frente a este fenómeno. Lo que pasaba en el llamado Bronx de Bogotá —que en menor grado también se da en otras ciudades de Colombia— había que romperlo. Las mafias habían entrado a explotar a un grupo de los más vulnerables y desprotegidos de nuestra sociedad: los habitantes de calle. Erradicar estas mafias es parte incuestionable de la tarea, pero desde luego es solo un paso en el camino.

En ciudades como New York o Sao Paulo también son numerosos los habitantes de calle y también existe el problema de las drogas en parte importante de este grupo. Debemos revisar estas experiencias y tomar lecciones aprendidas.

Lo más importante: debemos aprender a coexistir y reconocerlos como ciudadanos con derechos y obligaciones.

 

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