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Instituciones y competitividad

José Manuel Restrepo
09 de octubre de 2016 - 02:00 a. m.

Hace una semana conocimos los datos más recientes del Reporte Global de Competitividad que realiza el muy afamado Foro Económico Mundial. En dicho informe, y como ha sido recurrente por más de una década, nuestro país sigue estancado en materia competitiva. Nos cuesta mucho trabajo mejorar la posición en el concierto mundial, y en algunos asuntos enfrentamos problemas estructurales. Lo novedoso de este nuevo análisis es que Colombia tiene leves mejorías en los asuntos de salud y educación, así como en eficiencia de los mercados laborales y de bienes y servicios, y algo menos en la preparación tecnológica de su recurso humano.

Como un hecho extraordinario aparece una brutal caída en el ambiente macroeconómico y una ligeramente menor en asuntos relacionados con la innovación (que, como se ha señalado en esta columna, tiene muchos desafíos por delante aún no atendidos). Lo sorprendente del caso es que, si el país hubiese tenido un ambiente macroeconómico sano, muy seguramente hubiese podido avanzar en el ranquin de los países evaluados. Es entonces la primera vez en muchos años en que con los avances ligeros que mostramos en algunas variables, si hubiésemos tenido estabilidad macroeconómica, hoy podríamos estar destacando una mejor figuración del país en materia competitiva. Los asuntos macro, especialmente, enfatizan el serio problema del déficit fiscal, el alto nivel de deuda pública y la inflación (en donde pasamos del puesto 1 al puesto 103) que se dio en el primer semestre del año y que ya empieza a ceder.

Pero el peor componente del país, que nos deja entre la cola del mundo, es sin duda el tema de las instituciones. En dicho asunto Colombia ocupa el puesto 112 entre 138 países, y cuando uno revisa las razones aparecen dos asuntos que son preocupaciones diarias: de un lado, la falta de transparencia y corrupción, y del otro, el serio problema del sistema judicial. Siguen apareciendo muy mal calificados la confianza en la clase política, el exceso de regulación de lo público, los problemas de falta de independencia judicial, la poca confiabilidad en las políticas públicas, las actitudes antiéticas del sector privado en su relación con lo público, el exceso de gasto público ineficiente y la existencia de sobornos entre distintos actores de la sociedad. Todos estos asuntos explican por qué somos uno de los países con peor institucionalidad en el mundo.

Ahora que tuvimos los resultados del plebiscito, y viendo lo que viene sucediendo en esta semana, vale decir que ha habido expresiones y hechos que aún nos llevan a confiar en la institucionalidad del país. He visto con complacencia un impecable trabajo de la Registraduría, los reclamos justos a la regulación del sistema de encuestas que merecerían una normativa de control a abusos y errores persistentes, y algunos gestos iniciales de grandeza y nobleza entre los actores del Sí y los del No, no obstante otros que siguen anclados en la polarización innecesaria. Necesitamos hoy más que nunca seguir preservando y fortaleciendo nuestras instituciones, que entre otras cosas son el único camino para ser más prósperos y competitivos. De la mano de lo anterior, hacer de la lucha anticorrupción y de la reforma a la justicia un tema prioritario en ese gran pacto nacional que se anuncia.

En el entretanto, un tema en el cual requeriremos una dosis aún mayor de grandeza y de unidad son los acuerdos con la reforma tributaria que se avecina. El país necesita enviar un mensaje de tranquilidad a las calificadoras de riesgo que siguen nerviosas respecto del país, y ello no lo vamos a lograr si no nos ponemos de acuerdo o si, peor aún, seguimos proponiendo que no exista reforma. Bienvenido el mensaje a que la reforma tenga también una dosis de control a la evasión y a mayor austeridad en el gasto público, pero no podemos seguir aplazando este debate. Gústenos o no, se vienen más impuestos y no atender esta necesidad es poner en riesgo el futuro económico del país y encarecer nuestro crédito, que ya de hecho es bastante abultado. Abordar el tema puede ser una oportunidad para mejorar en competitividad en el mundo.

Jrestrep@gmail.com ; @jrestrp

 

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