La autopista a Venezuela

Luis Carlos Vélez
12 de diciembre de 2016 - 02:07 a. m.

Las crecientes manifestaciones por la violación, tortura y asesinato de la pequeña Yuliana son una muestra inequívoca de que Colombia va a convertirse rápidamente en otra Venezuela.

Este terrible caso pone en evidencia otros síntomas que deben verse con atención en nuestro país. Como, por ejemplo, que los más privilegiados no han entendido que tienen los mismos derechos y obligaciones que el resto de la sociedad. Crecer con algunos beneficios económicos no los convierte automáticamente en merecedores de un trato diferenciado por parte del Estado. Mientras en Colombia no quede claro que esta no es una sociedad de castas, no habrá manera de construir el determinante imperio de la ley. En esto incluyo a los políticos que muchas veces están más pendientes de puestos y coimas que de representar a quienes los eligen.

La forma en que al parecer la familia de Uribe Noguera intentó cubrir la acción del otrora Rafico, la supuesta oferta de un millón de dólares para contratar al mejor penalista, la muerte del celador del edificio donde ocurrió el crimen, y lo que falta por revelarse, demostrarían la intención de tapar con plata lo que pasó. Un esquema que sólo idearía alguien que conoce el establecimiento y que cree saber torcerle el pescuezo para sacarle provecho. Alguien que no lo ha hecho una sola vez.

La falta de justicia para todos genera inmediatamente una lucha de clases que se manifiesta en odio social, uno que hace difícil mantener el derecho a la propiedad privada y que destruye la democracia.

Colombia es uno de los países de América Latina que peor distribución del ingreso tienen, en donde la justicia sólo se les aplica a los de ruana y en donde los políticos populistas se fijaron en que la indignación social puede ser un discurso ganador de elecciones, como ocurrió en Bogotá durante la Alcaldía de Gustavo Petro. Por eso, si a los que les corresponde no hacen política seria, trabajan sin privilegiar a la rosca de los apellidos bogotanos, costeños, caleños, paisas y ahora vallenatos, y no se entiende que la justicia debe aplicarse al máximo en el caso de Yuliana, sólo alimentaremos el caldo de cultivo que generó la hecatombe en Venezuela con la elección de un caudillo populista como Hugo Chávez.

Colombia está al borde de convertirse en Venezuela. Eventos como el de Yuliana lo demuestran. Pongámonos serios. Estamos advertidos. No nos quedan muchas oportunidades más.

 

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