La construcción de la paz territorial

Alejandro Reyes Posada
21 de noviembre de 2015 - 03:50 a. m.

Colombia tiene unos 100 territorios, definidos como conjuntos de municipios contiguos que comparten una ecología, una economía y una identidad cultural.

Al menos la mitad de los territorios ha vivido durante muchos años el dominio de guerrillas, paramilitares y bandas criminales, que se reemplazan en períodos de hegemonía e imponen cargas pesadas a la población. El Estado no les garantiza derechos y los poderes locales son débiles frente a los armados, que imponen gobiernos de facto.

El desplazamiento ha drenado el campo disperso hacia los tugurios urbanos. La mayoría de las instituciones nacionales que operan políticas sectoriales no hace presencia en los territorios en conflicto armado o la hace en asocio con políticos locales, que capturan parte de los recursos. Las organizaciones sociales son débiles o inexistentes, con excepción de las asociaciones de víctimas que intermedian asistencia humanitaria a sus miembros.

La primera dimensión es la paz ambiental, que tramite los conflictos sociales causados por los daños ambientales de actividades que destruyen territorios campesinos, como la minería del oro, el carbón a cielo abierto, el envenenamiento de aguas, la sísmica petrolera y la deforestación. En un enfoque territorial, las comunidades deben asumir el protagonismo en la defensa del ambiente, que proporciona servicios sistémicos como la regulación hídrica, la estabilidad de laderas y la biodiversidad.

Otra dimensión esencial de la paz territorial es el ordenamiento social de la propiedad de la tierra, para dar acceso a los dos tercios de productores agrarios que carecen de ella. Debe distribuirse mejor la población rural en el territorio, pues las mejores tierras planas están subutilizadas, mientras laderas y montañas están sobreexplotadas.

El desarrollo de territorios es una estrategia mucho más eficaz para cerrar la brecha de bienestar entre la población rural y urbana que las políticas asistenciales o los subsidios a los pequeños agricultores. El territorio comprende su malla urbana y su poblamiento disperso, así como articula lo agrario, industrial, comercial y de servicios. La localización geográfica es un recurso estratégico para el desarrollo, por su conexión con mercados, clusters productivos, difusión tecnológica, dotación de recursos naturales y relación con las ciudades.

La paz territorial coincide con el enfoque territorial que se está abriendo paso como nuevo paradigma del desarrollo rural, como quedó expresado en el acuerdo agrario de La Habana y el informe de la Misión Rural que será presentado en breve. Es una profundización de la democracia y la descentralización, pues cobran protagonismo los acuerdos sociales en los territorios como el origen de las políticas, de abajo hacia arriba, con la cofinanciación del Estado central y la vigilancia de la comunidad.

Este nuevo enfoque plantea a las élites locales y regionales el reto de imaginar objetivos y estrategias para construir una visión de sus territorios que genere inclusión y productividad, con un fuerte componente distributivo de los activos naturales, para estimular el desarrollo equitativo y sostenible.

En este nuevo contexto jugarán sus cartas las guerrillas desmovilizadas y convertidas en movimientos políticos y sociales, para encabezar y estimular la estructuración de los conflictos sociales, para presentarlos ante el sistema político y presionar su resolución. Sin duda tienen muchos recursos organizativos y una militancia disciplinada y jerárquica, acostumbrada al análisis de los asuntos colectivos y la formación política de sus cuadros. Como dijo Estanislao Zuleta, una sociedad merece la paz cuando está dispuesta a afrontar y resolver sus conflictos.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar