La hora de la verdad

Yohir Akerman
22 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

El tiempo hace que la sociedad se olvide de los desfalcos y, especialmente, que los protagonistas de los escándalos intenten reescribir la historia.

Eso ha pasado con varios casos en los cuales los victimarios intentan dibujarse como víctimas y es por eso que es importante mantener a la mano algunas píldoras para la memoria.

Acá va una sobre el nuevo jefe del partido del Centro Democrático, el abogado Fernando Londoño Hoyos, que últimamente se ha intentado dibujar como un perseguido de este Gobierno y un mártir del sistema, todo porque le fue reducido su esquema de seguridad. (Ver "Es una sentencia de muerte")

El doctor Londoño con su programa de radio intentó adueñarse de lo que él concibe como unas verdades inapelables y se ha intentado parar en un estandarte superior de la moralidad. Pero es importante recordar su expediente y por qué los diferentes entes judiciales han encontrado que se ha comportado como un abogado ventajoso y un funcionario público que usa el poder para el beneficio personal.

La historia comenzó cuando la compañía Ecopetrol decidió vender una empresa llamada Invercolsa que manejaba un portafolio de inversiones de la petrolera. Ecopetrol por estatutos tenía que ofrecer las acciones de Invercolsa primero a sus trabajadores a un precio preferencial.

En 1997 el doctor Londoño tomó ventaja de que en el pasado había defendido a Invercolsa como abogado en una figura de honorarios, y se presentó como trabajador directo de la empresa para comprar las acciones.

Y lo hizo únicamente con la cédula.

Resulta que el abogado Londoño fue parte de la junta directiva del Banco del Pacífico entre 1994 y 1998, gracias a esa relación con el banco, Londoño logró un préstamo por 9.264 millones de pesos a una tasa preferencial para comprar el 20 por ciento de las acciones de Invercolsa que tiempo después vendió con una alta ganancia. (Ver No podía comprar las acciones)

Es importante mencionar también que en esos años ese banco entró en dificultades que llevaron a su intervención por la Superintendencia Bancaria y la liquidación en 1999.

En pocas palabras el doctor Londoño compró en condiciones preferenciales unas acciones a las que no tenía derecho, sin poner un peso propio, y después vendió logrando un alto retorno de la operación. Un negociazo.

Pese a las artimañas jurídicas del abogado Londoño y los diferentes procesos entre él y Ecopetrol por este caso, en 2007 un juez civil le ordenó devolver las acciones al Estado, lo mismo que hizo la Corte Constitucional al darle la razón a Ecopetrol en una tutela.

Pero su prontuario no para ahí.

El 16 de noviembre de 2004 el procurador general del momento, Edgardo Maya Villazón, inhabilitó al doctor Londoño para ocupar cargos públicos por 15 años después de encontrarlo culpable de aprovechar su posición de ministro del Interior y Justicia en el gobierno de Álvaro Uribe, para beneficio personal.

La Procuraduría encontró que el ministro Londoño intervino ante el Invías para que esta entidad le pagara una deuda a la empresa italiana Recchi, de la que Londoño había sido abogado apoderado. Una joya.

El ente de control dijo implacablemente que “el exministro incurrió en conflicto de intereses y usó abusivamente su autoridad como segundo hombre más importante de la República después del presidente”. (Ver Destituido e inhabilitado por 15 años)

Un gran ejemplo el que ha dado el ahora director de un partido político que pregona la supuesta búsqueda de la justicia total. Pero a juzgar por estos actos el abogado Londoño entiende por justicia la búsqueda del beneficio personal. Esa es la verdad.

akermancolumnista@gmail.com
@yohirakerman
 

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