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La Patria boba en su máxima expresión

Óscar Sevillano
20 de octubre de 2016 - 02:00 a. m.

Gobierno, oposición y demás sectores que sostienen en estos momentos fuertes diferencias para llegar a un acuerdo que permita salvar un proceso de paz con un grupo al margen de la ley, deberían pensar que de continuar así, el único ganador será la ilegalidad que tanto daño ha causado en Colombia.

No sé hasta dónde estemos dispuestos a superar el triunfo del No en el plebiscito. Por un lado, quienes apoyaron esta opción, porque de una u otra forma se oponían a los Acuerdos de Paz, hoy tienen una actitud arrogante y envalentonada que no le hace bien a la democracia, porque sus discursos no son propositivos, sino que más bien parece que quisieran aprovechar la oportunidad que se les presentó para imponer su voluntad.

Por el otro lado tenemos a quienes apoyaron el Sí. Estos, aunque reconocen el triunfo del No, se han valido de la revelación que puso en evidencia la forma como los del bando contrario hicieron campaña, para sacarle en cara los trapos sucios.

Hoy vemos a los dos bandos armados de una muy buena artillería verbal que utilizan en cada declaración que dan para demostrarle al mundo entero que, antes de que los colombianos seamos capaces de llegar a un acuerdo en beneficio de nuestro propio país, el hombre habrá colonizado todo el planeta Marte.

Esta especie de “patria boba”, que hoy vemos en su máxima expresión, beneficia únicamente a la ilegalidad, porque mientras en Bogotá nuestros representantes de la democracia se dedican a mortificarse los unos a los otros, la ilegalidad puede aprovechar el momento para robarle a las Farc sus integrantes, quienes que se encuentran en medio de la incertidumbre. Esto con el propósito de enfilarlos en las bandas del narcotráfico, que no necesitan de la existencia de una guerrilla para hacer de las suyas. Basta con que encuentren un buen número de personas sumergidas en la desesperanza, para pescar en río revuelto y atraparlas en sus redes criminales.

Estamos demostrando una vez más que con tal de que se acepte lo que piensa determinado sector –y no lo que beneficia al país– no seremos capaces de  buscar un bien común, sino que con tal de imponernos sobre el otro, poco nos importa el futuro de nuestros hijos que deberán vivir en un territorio sin Dios ni ley que les sirva, porque a la única a quien le vamos a permitir seguir reinando,  es a la ilegalidad, que supuestamente queremos combatir.

Cambiando de tema, ojalá que algún día los bogotanos sepamos la verdad a fondo de los hechos que permitieron que en la Calle del Bronx se estableciera la banda criminal más grande hasta ahora conocida en la historia de la capital.

@sevillanojarami

 

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