Publicidad

Los derechos laborales en la prostitución

Columnista invitado EE
02 de junio de 2016 - 07:25 p. m.

Hoy es 2 de junio. Fecha conmemorativa del encierro en Lyon, en 1975, que vivió un grupo de prostitutas que protestaron contra el hostigamiento policial al que eran sometidas en el desempeño de su trabajo.

Por: Mar Candela*, especial para El Espectador

Hoy justo hace un año por este medio contextualicé el sentido histórico de esta conmemoración. El debate sobre los DD. HH. de las personas adultas que sostienen relaciones sexuales con ánimo de lucro en pleno siglo XXI sigue abierto en todo el planeta.

En algunos países ni siquiera está reconocido este estilo de vida como profesión, ocupación u oficio y mucho menos como modus vivendi y trabajo respetable y digno.

Ese es un debate que el equipo de Feminismo Artesanal decidió no dar porque concluimos que el rótulo que la sociedad quiera darle a estas personas no debe intervenir en el uso de sus legítimos derechos –las prostitutas son mujeres sujetas de derechos no por prostitutas si no por humanas, como lo somos todas las ciudadanas en los diferentes campos de acción laboral, sea cual sea el rol profesional u oficio que ejerzamos.

Entendemos que para legislar sus derechos en el campo jurídico es necesaria la tipificación laboral de este modus vivendi. Son los juristas y los Estados quienes tienen que definir esos rótulos en todos los países –y la ciudadanía tiene el deber de aceptar y respetar a estas personas en el libre desarrollo de su personalidad y en el ejercicio de sus derechos sexuales sin importar opiniones personales y etiquetas.

En Feminismo Artesanal las mujeres nos sumamos al postulado de que ningún trabajo es digno: son las personas quienes dignifican su trabajo. Y eso es así porque, desde siempre, los trabajadores de todos los campos han tenido que luchar para lograr obtener derechos y ser tratados con dignidad. Es decir, desde siempre han sido los trabajadores y las trabajadoras de todos los campos quienes han dignificado su trabajo: ningún trabajo es digno en sí mismo si no hay garantías de DD. HH.

Una de las preguntas que cabe hacer es ¿Cuál es el planteamiento en términos de política pública que en Colombia se propone para las personas que ejercen la prostitución voluntariamente?

Nosotros en Feminismo Artesanal defendemos el ideal de que las personas en ejercicio de prostitución sean trabajadoras independientes y autónomas para no dar cabida a ningún tipo de abuso laboral posible. En caso de ser mujeres que están en sitios concretos se debe tener una relación clara entre propietarios del local, del negocio, y quien ejerce el trabajo sexual. Tenemos la convicción de que en este trabajo no se puede ser empleado con horarios y cuotas fijas a ganar, o con sueldos que comprometan a la persona a cumplir “sí o sí” (sin importar si un día no quiere prestar atención sexual o no quiere atender a un número determinado de usuarios, entre otras circunstancias personales dadas).

La prestación del servicio sexual es de carácter humanitario y, como tal, implica un tratamiento coherente para la persona que presta la atención: debe estar cómoda prestando el servicio y eso solo se garantiza si tiene la oportunidad de decidir sobre todas las reglas del juego, incluyendo la posibilidad de atender o no atender a un cliente.

Cuando las personas están atadas a cuotas de producido diario se ven obligadas a atender incluso a clientes con quienes no están cómodas y esto es absolutamente invasivo e inhumano. Por eso, NO estamos de acuerdo con ninguna modalidad en que las trabajadoras sexuales estén casadas con un contrato laboral directo con los dueños del negocio, porque esto lo que hace es crear un vínculo de poder peligroso que se presta para abusos laborales. Opinamos que no podemos manejar el reglamento laboral del trabajo sexual del mismo modo que se maneja cualquier otro trabajo (y eso no significa despojar a las trabajadoras y trabajadores sexuales de DD. HH.) y es por eso que proponemos que en esos negocios se conserve la autonomía laboral y de los cuerpos —las personas deben estar ahí con la figura de arrendatarias, donde pagan una cuota diaria, semanal o mensual, según acuerdo a priori, independientemente de cuántas horas decida trabajar. Esto también permite que, si el trabajador o y trabajadora unos días gana más dinero que otros, no tenga que pagar más dinero, pues el valor corresponde a tener un lugar idóneo y cómodo para atención al usuario, a nada más.

Las personas que ejercen el trabajo de la prostitución deben ser libres y autónomas, como cualquier trabajador independiente de otro campo laboral, que debe ser responsable de sus gastos de salud, pensión y demás deberes, sin estar sometido a horarios, ni a cuotas a ganar, ni tener que estar “atornillado” a un solo lugar de trabajo. Estas personas deben tener la garantía de la libertad de poder irse del lugar de trabajo cuando así lo dispongan sin ninguna atadura económica, de contrato o de cualquier índole.

La propuesta de política pública para este trabajo debe hablar detalladamente de las personas que ejercen la prostitución, con una perspectiva de género con enfoque diferencial. Y debe existir una discriminación positiva pues estas personas trabajadoras del sexo frecuentemente pertenecen a grupos que ameritan particular atención, como son las mujeres, la población LGTBI; e incluso pertenecen en algunos casos a poblaciones minoritarias como las afrocolombianas o las indígenas, siendo así personas en alto riesgo de vulneración y abuso.

Consideramos que es humillante que un Estado infantilice a las personas que deciden tener relaciones sexuales lúdicas con ánimo de lucro. Entendemos que las personas que pagan por atención sexual con menores, o con personas víctimas de explotación sexual o del mercado clandestino de la sexualidad sí deben ser sancionadas penalmente y con todo el peso de la ley: no por pagar por atención sexual sino por patrocinar delitos como la pedofilia y el tráfico sexual (que deberían ser delitos de lesa humanidad y que son tipificados de lesa humanidad únicamente si son sistemáticos y no casos aislados).

Retomando, se debe castigar con todo el peso de la ley a los clientes que, claramente, al tomar estos servicios, patrocinen el mercado sexual de la pedofilia, la trata y el tráfico sexual.

Nuestra postura en Feminismo Artesanal sobre la medida que se ha tomado en algunos países de sanción a quienes pagan por atención sexual es la siguiente: Tenemos claro que eso lo único que hace es fortalecer la prostitución clandestina, y hacer que cada vez más mujeres (y en general, personas en ejercicio de la prostitución) decidan acudir a los “chulos”, dueños de negocios secretos, para evitarse este tipo de sometimiento estatal. Pocos clientes decidirán dejar de buscar atención sexual y la mayoría de ellos acudirán a estos centros clandestinos sin ley, donde nadie puede reclamar DDHH. Con este tipo de medidas las únicas personas que pierden son quienes ejercen la prostitución, quienes viéndose sin manera de hacerlo libremente y sin miedo deberán aceptar la “ayuda” de un “chulo”.

La clandestinidad de la prostitución, así sea una decisión voluntaria, es nociva desde la perspectiva de DD. HH. porque perpetua la idea de que la prostitución no es un trabajo digno. Para que la ciudadanía y las personas trabajadoras del sexo comprendan que su trabajo es tan aceptable como cualquier otro y que no es motivo de vergüenza y menos de excusa social para que se justifique la violencia hacia estas personas es fundamental evitar, a como dé lugar, la clandestinidad de su ejercicio.

Dejo sobre el tintero las siguientes preguntas: ¿Cuál es la propuesta para formar a las personas que trabajan en la prostitución en el tema de sus DDHH? ¿Qué propuestas existen para enseñarles a estas personas a verse a sí mismas como dueñas de su negocio? ¿Qué propuesta hay para enseñarles que deben ser administradoras eficientes ya que el trabajo no será rentable toda la vida? ¿Cómo se les incentivará a trazar un plan o proyecto de vida que les asegure no llegar a la ancianidad prostituyéndose por un pan y agua de panela? ¿Cómo se llevará a cabo una campaña que fortalezca en el pensamiento de las personas en ejercicio de prostitución la realidad de que no son delincuentes ni ciudadanos de segunda categoría? ¿Cómo se hará educación en el resto de la sociedad para que también comprenda esta realidad?

* Ideóloga, Feminismo Artesanal

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar