Los “pilos” desaparecidos

Luis Carlos Reyes
02 de febrero de 2017 - 08:19 p. m.

Hay casi medio millón de “pilos” que no aparecen por ningún lado, y los desapareció el gobierno.

Está de moda debatir si a los bachilleres destacados de estratos bajos se les debe financiar la matrícula en universidades privadas, o si se debe más bien “fortalecer la universidad pública”. El debate es importante, pero no tanto como el hecho de que, si se hacen las cuentas, debería haber casi medio millón de estudiantes de Sisbén 1 y 2 con el puntaje suficiente para ser beneficiarios de “Ser Pilo Paga”, pero apenas hay 30.000 que sobrepasan el puntaje necesario de 342 para acceder a este programa.

Me explico. En el estrato 6, un 36% de los bachilleres obtuvieron un puntaje de 342 o más en las pruebas Saber del año pasado.  Sin embargo, tan sólo el 2,5% de los estudiantes de estratos 1 y 2 sobrepasaron este puntaje. Haciendo la regla de tres, y teniendo en cuenta que actualmente hay 30.000 “pilos”, se puede calcular que si los bachilleres de todos los estratos hubieran tenido acceso a una educación de calidad, debería haber 432.000 “pilos”, no sólo 30.000.

Hay casi medio millón de “pilos” desaparecidos que probablemente nunca volvamos a ver como tales. Los desapareció el gobierno –no sólo este sino también los anteriores – al no darles la educación adecuada en preescolar, primaria y bachillerato a la que tenían derecho. Recordemos, claro, que el gobierno es responsabilidad de todos, y por lo tanto también nosotros como sociedad somos responsables.

Los pilos que no van a volver desaparecieron de distintas maneras. Muchísimos desaparecieron desde el preescolar, cuando por falta de estimulación verbal temprana y atención adulta quedaron limitados en sus capacidades cognitivas por el resto de la vida. Otros desaparecieron cuando, en un aula repleta, sus profesores no dieron abasto para abordar individualmente dificultades del aprendizaje que a los niños de estratos altos les resolvieron unas cuantas horas de tutoría personalizada. Desde entonces ahí se quedaron: sus padres, profesores y eventualmente ellos mismos concluyeron que el estudio no era lo suyo.

Otros pilos desaparecieron cuando un ambiente violento en su comunidad impidió su desarrollo intelectual; otros cuando sus profesores no fueron bien entrenados en el manejo del aula y no crearon un ambiente propicio para el aprendizaje. Muchos desaparecieron cuando las necesidades familiares los obligaron a dejar los estudios para trabajar antes de graduarse. Incluso, muchos que pese a todo lo anterior podían obtener el puntaje se rindieron por estar convencidos de que en esta sociedad el estudio sin conexiones sociales no lleva a ningún lado.

Hay quienes piensan que el siguiente reto para la educación en Colombia es darles acceso a la universidad a los bachilleres que no alcanzan el nivel de “Ser pilo paga”. Se equivocan, porque la gran mayoría de ellos no están preparados para entrar a la universidad. Al tiempo que se busca que haya cupos universitarios para todos, e incluso antes, mejorar radicalmente la calidad de los colegios públicos – especialmente de preescolares y primarias – debe ser nuestra prioridad.

* Luis Carlos Reyes, Ph.D., Profesor del Departamento de Economía, Universidad Javeriana

Twitter: @luiscrh

 

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