Mano a mano

Hernán Peláez Restrepo
14 de noviembre de 2016 - 02:00 a. m.

Jugar bien al fútbol en un partido, deriva generalmente en una victoria. Jugar bien encierra varios factores: posesión de balón y posición para llegar a zona de gol. Tener la pelota no basta y muchas veces uno cae en la trampa de leer y creer que exhibir el 60 % de posesión de balón es suficiente para ganar, y no es cierto.

Los puntos son necesarios para clasificar a este mundial por encima a veces de jugar muy bien. Messi el martes probablemente cuente con la ayuda de un volante, Belluschi, que tiene mejores conceptos y control de balón. Messi requiere de un socio, que en el Barcelona es Iniesta y que por hoy no lo conoce en la selección de Argentina.

Sobre Messi recaerá toda la responsabilidad de enderezar el camino de su grupo y es allí donde Colombia deberá recurrir a algunos mecanismos para su control.

Pero viene el dilema principal: ¿Nos preocupamos de Messi primero o nos preocupamos de intentar jugar mejor de lo que venimos mostrando?

La pareja de zagueros centrales cambia de nombres. Jeison Murillo y Dávinson Sánchez o Álvarez Balanta iniciarán el partido. En la primera línea de volantes la pregunta es: ¿con dos?, Sánchez y Aguilar, ¿o con tres?

El retorno de Cuadrado a la titular daría salida por derecha más que el fracasado experimento de Berrío. James y Falcao seguramente serán titulares, apelando al conocimiento mutuo después de su coincidencia en el Porto de Portugal.

Como es opinión y nada más, me gustaría un equipo con: Ospina, Arias, J. Murillo, áavinson y Fabra. Sánchez, Aguilar, Cuadrado, Macnelly, James y Falcao.

Cuadrado atenderá la salida por derecha y, como lo hace en el Juventus, auxiliará al lateral Arias, aunque parece que Argentina no tendrá a Di María por esa zona. Cuadrado me parece un jugador clave y su desempeño es vital para el plan nuestro.

Claro que el empate es bueno en medio de esta apretujada tabla de clasificación. Para ello, es urgente salir a presionar en la zona de creación de juego, la de Messi, y queriendo ganar se puede empatar.

El falso nacionalismo nos llevaría a pedir una victoria y en ese aspecto figuraríamos igual que los argentinos. Si para los argentinos después de la paliza en goles y fútbol recibida de Brasil, el amor propio es su motor, nosotros no podemos quedarnos atrás. Es bravo el juego, pero en espíritu decaído estamos empatados. Ambas selecciones arriban con el espíritu maltrecho, más ellos, si miramos la tabla. Salir pensando en ganar y conseguir el empate, me conformaría. Por lo pronto, mano a mano en necesidades y posibilidades.

 

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