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Marihuana y salud

Felipe Zuleta Lleras
14 de noviembre de 2015 - 07:09 a. m.

Mediante un proyecto de decreto que se conoció el jueves, el Gobierno, finalmente, decidió reglamentar la ley 30 de 1986 por la cual se adoptó el Estatuto Nacional de Estupefacientes y se dictan otras disposiciones.

Este proyecto le da un giro de 180 grados al tema de la producción, fabricación, exportación, distribución, comercio, uso y tenencia de las semillas y plantas de Cannabis (Marihuana), destinados a fines científicos y médicos.

Los 46 artículos, que no repetiré por cuanto se pueden consultar en la página web del Ministerio de Salud, llevan al país a un nivel muy diferente al que estaba hasta ahora.

No entraré en el tema moralista de si la marihuana es buena o no, pues doy por descartado que la comunidad científica ya superó ese debate y, por eso, países como Canadá y Estados Unidos, por solo mencionar un par de casos, han ido en esa dirección.

El proyecto de decreto establece los usos medicinales de la marihuana y sus derivados en lo que tiene que ver con los procesos desde el cultivo hasta la exportación.

En lo que tiene que ver con el uso recreativo, es claro que desde hace muchos años está despenalizado por sentencias de la Corte Constitucional que permiten el porte mínimo.

Este tema, como el del aborto, no es un tema moral. Es un tema de salud pública, en el que obviamente la iglesia entromete sus narices. Hay que celebrar que el país vaya en esta dirección, pues quienes hemos visto de cerca padecer a nuestros amigos o familiares cercanos padecer de enfermedades dolorosas o terminales, sabemos que la marihuana es una solución. La diferencia es que antes uno tenía que delinquir para conseguirla, y hacia adelante no tendría que hacerlo.

Me parece valeroso que el presidente Santos y sus ministros de Salud, Agricultura y Justicia se hayan atrevido finalmente a reglamentar este tema. Así se les trate de estigmatizar, hay que decirlo claramente: lo único que están haciendo es plasmar en un decreto lo que por años ha pasado sin que los anteriores gobiernos se hubieran atrevido a reglamentar una ley que ha estado vigente por casi 30 años.

En un país con una doble moral como el nuestro, ciertamente este tema dará para que muchos mojigatos se rasguen las vestiduras como lo hacen con asuntos como el aborto, la adopción de parejas del mismo sexo y el aborto.

Como lo he contado en muchas oportunidades, consumí marihuana en mis épocas de universidad. No lo volví a hacer porque empezó a sentarme mal. Pero a mis 55 años no dudaría un solo minuto en volverlo a hacer, con la marihuana misma o alguno de sus derivados, si de manejarme un dolor se trata. Lo he visto de cerca en familiares y amigos, y parece como un milagro.

Queda pues esperar que el Gobierno siga adelante en esta cruzada, pues a pesar de las críticas que le han llovido y las que vendrán, somos muchos los colombianos que creemos en los beneficios de la marihuana con fines medicinales y, aun para los que les gusta, con fines recreacionales. ¡Buena y oportuna decisión!

 

 

 

 

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