Método para no perder la esperanza

Claudia Morales
20 de enero de 2017 - 02:46 a. m.

Empezó el 2017 con otro gran escándalo cortesía de Odebrecht y las correspondientes acusaciones de cada bando para defender lo indefendible.

Siguen muriendo de hambre los niños en todo el país, y cientos de colombianos por la falta de atención en los hospitales; los cirujanos exprés continúan sus prácticas a costa de la vida de los pacientes ante la mirada negligente de la sociedad y de las autoridades. Podría citar mil ejemplos más que terminan en lo mismo: la corrupción.

Entonces cabe preguntarse, ¿por qué vale la pena este país? En esas me la he pasado las últimas semanas, encontrando motivos para romper el círculo de agonía que produce ver cómo personajes de todas las características y condiciones nos saquean todos los días.

Y encontré un método: ver lo bonito, valorar a los luchadores, a esos seres que son capaces de darlo todo teniendo poco. Siempre los tenemos ahí, frente a nuestros ojos, pero los vemos como muros porque nuestra atención siempre está concentrada en la podredumbre, cómo no, y el resultado de eso es que nos enfermamos de pesimismo.

Les daré como ejemplo la experiencia que tuve como miembro del jurado del Premio Comfenalco a la Mujer 2016, que me dio la oportunidad de conocer la vida de 19 mujeres del Quindío que a través de sus acciones ayudan a la sociedad. Debo decir que fue un aprendizaje que me sacudió muy fuerte y para explicarlo les contaré a quién escogimos como la ganadora (anoche fue la premiación).

Ella se llama Gloria Elena Castrillón Suaza. Cuando estaba embarazada, su esposo la infectó con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y luego la abandonó. Su hijo Maicol nació con el virus y unos años después murió. Es empleada doméstica y todos los días, cuando termina de limpiar las casas, se va para la Fundación Luz de Esperanza a apoyar cerca de 320 enfermos de VIH como ella y que viven en condiciones paupérrimas.

Gloria entrega ayudas alimentarias, hace acompañamiento hospitalario y domiciliario y reparte unas alcancías por toda Armenia, que luego recoge con el fin de invertir lo recolectado en sus amigos enfermos. Ella da diariamente una batalla gigante especialmente contra la estigmatización que existe contra ese tipo de enfermos, y la falta de recursos para comida, ropa y tratamientos.

Esta mujer es hermosa, tiene una sonrisa contagiosa, es alegre, vive en una casita con piso de barro y dice que está bien viviendo con tan poco, y yo lo entiendo porque es que ella fue diseñada para dar amor y eso se nota en cada gesto y en su mirada.

Como Gloria Elena hay miles de hombres y mujeres capaces de ayudar y de dar la comida de su plato, a costa incluso de su propia hambre, a millones de personas necesitadas. Lo triste es que podríamos ser como ellos, y en cambio, perdemos el tiempo, entre otras en las redes sociales, insultando a los ladrones y a la inoperante justicia como si eso fuera a cambiar el mundo.

Mi método para no perder la esperanza seguirá siendo ese: quitar el muro para ver, aprender y ayudar más a mujeres como Gloria Elena Castrillón Suaza. Y a los corruptos habría que decirles que estos enfermos de VIH que conocí tendrían una mejor vida si no se cebaran con el dinero público. Por eso y muchas razones más mi esperanza con esos delincuentes, así se confunda con una utopía, es que se pudran en la cárcel.

* Subdirectora de La Luciérnaga

@ClaMoralesM

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