¿No a las procesiones de Popayán?

Otro golpe matrero al Cauca y a su capital, Popayán.

Los altos heliotropos de la Corte Constitucional están empeñados en suspender el auxilio (¡!) con que se cofinancian las procesiones de su Semana Mayor, aduciendo que se trata de una celebración religiosa, católica, apostólica y romana, y que como Colombia es un Estado laico, no tiene por qué darle la limosnita que cada año debe implorarse con totuma.

Desconocen la mayoría de los colombianos que estos desfiles cívicos están inscritos por la Unesco en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad y, por tanto, nuestro país está obligado a promover, fomentar y patrocinar la conservación y el desarrollo de las procesiones payanesas.

Además, la Junta Pro-Semana Santa, entidad que tiene a su cargo su realización, está integrada por particulares sin ninguna participación ni injerencia del clero, léase la Arquidiócesis, que no tiene ni arte ni parte en el asunto.

Hay que resaltar que las procesiones a punto de ser dadas de baja por los enemigos y las envidias datan de hace mas de 450 años y cuentan con 900 colaboradores, entre barrenderos, monaguillos, alumbrantes, cargueros, sahumadoras, moqueros, regidores(as), síndicos y Caballeros del Santo Sepulcro, entre otros, quienes realizan su labor con devoción y orgullo, tanto que estos honores pasan de generación en generación.

Y no sólo ello: buena parte de la economía de la Ciudad Blanca gira en torno a la Semana Santa y es su activador por excelencia, desde el turismo y la gastronomía, hasta los miles de negocios, como las artesanías, los conciertos y las muchas actividades lúdicas que giran en torno a estos días que colman a Popayán de gentes venidas de todas partes del mundo.

Finalmente, y si nuestro país es un Estado laico, pues que acaben entonces con las fiestas religiosas y por consiguiente con muchos de los puentes festivos y que destinen esos dineros a promover las ferias paganas con licor y desenfreno, que sí producen votos y permiten los serruchos y los “ceveyés”.