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Números lapidarios

Iván Mejía Álvarez
22 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

Los estadounidenses son fanáticos de los deportes en los que puedan aplicar los números.

Ellos han querido hacer del fútbol algo similar, pero su cultura, tan diferente a la latina, tan ajena al fútbol mismo, ha impedido que los números sean determinantes en el balompié, aunque es de anotar que gracias a una cantidad impresionante de softwares ahora los números se están poniendo de moda.

Un técnico puede, por ejemplo, programar las prácticas de acuerdo a los kilómetros recorridos en entrenamientos y partidos, auscultar los trabajos defensivos, ofensivos, medir las condiciones físicas de sus dirigidos, etc. Los grandes clubes del mundo han incorporado a su plantilla de profesionales unos analistas de números vertidos por esos programas.

La aplicación se llama 365 Scores y gracias a ella acá están los números de la selección en los dos combos de 2015.

Colombia-Perú: posesión del 45%; 10 remates, siete de ellos a puerta; 20 faltas.

Uruguay-Colombia: 34% de posesión; nueve remates, cinco a puerta, y 23 faltas.

Chile-Colombia: 42% de posesión; 11 remates, cinco a puerta; 22 faltas.

Colombia-Argentina: posesión del 52%; cinco remates, tres a puerta, y 17 faltas.

Promedio de los cuatro partidos: posesión del 43,25%; remates a puerta: 8,75; remates al arco por partido: 5; faltas por partido: 20,05; promedio de gol por juego: 0,75.

Esos son los números. Todos y cada uno de los lectores y aficionados pueden sacarles capul a los números y usarlos a como bien tengan. Se parecen a las encuestas de sintonía de las emisoras, que cada empresa las usa como quiera.

Primera conclusión: Colombia ha dejado de ser un equipo jugador para ser un equipo pegador. Alarmante y triste. Se han olvidado de la pelota, del juego, de tener el balón, de la identidad, y ahora, ante la incapacidad técnica y el resquebrajamiento táctico, se pega y se reparte botín.

La selección no hace goles sencillamente porque no patea al arco. Tan sólo cinco remates a puerta es una muestra total de inefectividad ofensiva que deriva en ese lúgubre promedio de 0,75 goles por partido, ínfimo, paupérrimo. No se les puede endilgar la responsabilidad a los delanteros, llámense Teo, Jackson, Bacca, Muriel, Falcao o Castillo. El problema es que a esos atacantes no les llega la pelota, no los surten de balones, el circuito de creación no existe, sencillamente porque no se tiene la pelota, porque no hay posesión.

Volvamos a los números. Desde el final de la Copa Mundo en Brasil, la selección ha disputado ocho partidos oficiales, cuatro de Copa América y cuatro de eliminatoria. El balance: de 24 puntos posibles sólo ha conseguido nueve: victoria ante Brasil en Chile, dos contra Perú y Argentina en Chile. Y en eliminatoria, tres contra Perú y uno frente a Chile. Promedio de rendimiento: 37,5%.

Cuatro goles a favor y seis en contra. Nada que agregarles a los escuetos números, ellos hablan por sí mismos y son lapidarios sobre el trabajo de Pékerman y la selección desde que terminó el Mundial.

Conclusión: se vive del recuerdo y por unos números tan, pero tan malos, en Colombia echaron en su momento a Leonel, Pinto y Maturana. Saquen sus deducciones. Esta columna no es de opinión, es simplemente de unos números que dibujan el presente. Con el 37,5% de rendimiento no se va a Rusia. A duras penas el avión nos lleva a República Dominicana o las Bahamas.

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