¡Peñalosa no es tan tonto como creíamos! ...

Don Popo
25 de enero de 2017 - 03:08 a. m.

Esas mismas palabras dijo el Consejo de Roma en los tiempos de Marco Aurelio sobre su hijo Cómodo, cuando éste reinstauró las fiestas en el Coliseo, lucha de gladiadores suspendidas hacía cuatro años, en respuesta a las acusaciones del pueblo: que tenía hambre, estaba enfermo, desesperado por falta de respuestas del emperador; y se estaba organizando para una rebelión, para la democracia… (me fascina esa película El Gladiador, ¡y creo que a Peñalosa también!).

Enrique tampoco es tonto; ante el inconformismo que se estaba gestando por parte de un sector de la ciudadanía —quienes se están organizando para revocarlo por su gestión: por los programas de cultura y juventud desvencijados, el problema del Bronx, por las soluciones policíacas retrógradas al problema del microtráfico y delincuencia, el reforzamiento del Esmad, la pavimentación de la reserva Van der Hammen, los negocios privados con Transmilenio, el metro elevado, la ETB, la EEB—, y siendo el alcalde con la peor imagen del país, con un 67 % de desaprobación, según Invamer-Gallup, peor que Petro cuando terminó su mandato, en respuesta, al estilo Cómodo, “¡Pan y circo pal pueblo!”, reinstaura las fiestas en la plaza la Santamaría, corridas de toros, después de cuatro años de haber sido suspendidas por el mismo Petro.

Nada estúpido. Una muy buena estrategia para cambiar el foco de la discusión, quitándolo de su gestión y poniéndolo en un debate social y político. Primero, la discusión es animalistas vs. taurinos, el derecho humano al arte y la cultura, las costumbres, tradiciones, identidad vs. el deber de los seres humanos a respetar y proteger otras formas de vida, el derecho de los animales, la prohibición de la crueldad y violencia con fines de entretenimiento, la transformación de hábitos y prácticas culturales. Trending topic en redes sociales.

Pero en medio de las tensiones, Peñalosa sale victorioso como Salomón. En 2016 apoyó un proyecto de ley para impedir que se maten los toros, y aplaudieron los animalistas; pero al mismo tiempo le dio un otrosí del 120 % a la firma encargada de la restauración de la Santamaría —yo no podría hacer otra cosa, Petro ya había dejado ese contrato en ejecución y era un mandato de la Corte Constitucional, se justificó (… y esconde la mano). Y reinstaura las corridas, y se declara protector de los taurinos tras proclamarlos víctimas de las agresiones de los animalistas; y los medios masivos lo amplifican: “Los antitaurinos son los violentos”, y éstos se defienden, que el brote de violencia fue infiltrado por la Corporación Taurina para deslegitimarlos; y Peñalosa les prohíbe manifestarse cerca de la plaza. ¿Y el foco de atención?...

Segundo. Siendo la prohibición de las corridas de toros un gran hito de la agenda y el discurso político de Petro, lo careó, y lo hizo salir a frentear, para poder señalarlo como responsable de los desmanes en la marcha y de esta forma responsabilizarlo de estar igualmente detrás de la movilización social por la revocatoria, para sabotear su administración. Así pasó el foco de la discusión a lo político, Peñalosa vs. Petro. Una estrategia fantástica, al estilo Cómodo en la película. ¿Pero qué más podía hacer Petro? Tenía que pintarse o perder esos voticos de los animalistas en 2018.

Uno cero para Peñalosa. Vuelve a estar en los medios con su carita de “yo sí fui, pero era con buenas intenciones”, y de víctima de la revocatoria. ¿ Y los temas urgentes de ciudad? Negociándose bajo la mesa en la trastienda del circo.

Pero Enrique, si vuelves a ver la película, verás que Cómodo también tiraba pan pal pueblo, no sólo para las constructoras…

 

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