Petardos

Columna del lector
30 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

No asombra que los medios de comunicación y el Gobierno no les informen a los ciudadanos colombianos que la perversa, regresiva e injusta reforma tributaria no es idea de los funcionarios de la DIAN, y no asombra porque resulta muy conveniente si así lo creen los que, fundamentados en su desconocimiento acerca de quién y cómo se gesta un sistema tributario, pretenden, con actos que infunden temor, ser los redentores de esta sociedad que todo se lo aguanta.

Por Gloria Edith Niampira

De acuerdo con su entendimiento, están creyendo que los colombianos son víctimas de los funcionarios de la DIAN, por eso los artefactos explosivos en el baño de mujeres y frente a instalaciones de esa entidad. Porque, según ellos, los funcionarios se inventaron la renombrada reforma. Para las élites, es mucho mejor que así lo crean, por si acaso se necesita un muerto o dos, para que nadie proteste por el hecho de que la clase obrera, que no tiene obras, y la clase media, que no tiene medios, pague impuestos mientras la clase alta, que no tiene clase ni altura, sólo dinero, no los pague, pues siempre es el pueblo el que pone los muertos y los amputados, en fin, atrocidades que de paso sirven para mantener el statu quo.

Es bueno que se informen bien y caigan en la cuenta de que los funcionarios de la DIAN son tan víctimas de las reformas tributarias como el resto de los colombianos. No se dan cuenta de que son asalariados y deben pagar impuestos, como el resto de los asalariados, o como los trabajadores independientes, o como los consumidores de bienes gravados con IVA o como los pequeños empresarios. A los demás ni los menciono, porque el sistema tributario es tan perverso y con tantas y tantas normas que difícilmente me creerían que hay ricos, superricos en el país que no pagan impuestos. Aparentemente sí, pero si alguien se pone a esculcar resulta que no, porque también existen las deducciones y las entidades sin ánimo de lucro, entre las que caben las asociaciones gremiales.

Ya supondrán cuántas y qué tipo de gremios existen, piensen. También están las rentas exentas y los beneficios de la inversión extranjera, que puede ser plata que llega, pero que también es plata que va y vuelve. En fin, se inventan cuanta figura pueden, gracias a las mismas normas tributarias, para no pagar impuestos, o por lo menos para no contribuir en la misma proporción en que año a año se enriquecen.

Lástima que los eruditos del tema estén al servicio de la avaricia, del abuso y la corrupción, y no al servicio del progreso para todos, que en vez de enaltecer su saber con su ética, lo enaltecieron con este atraco que es la reforma tributaria. De la misma manera van a funcionar o están funcionando algunos de los eruditos en el embeleco de las normas internacionales, que no van a ser otra cosa que el más grande desperdicio de dinero en las entidades públicas y, en fin, da para otro escrito.

Vaya uno a saber si los petardos no los mandan a poner aquellos que de verdad son los gestores de las muchas reformas tributarias perversas y que lo hagan por las mismas infinitas razones por las que nos necesitan llenos de miedo, por la misma razón por la que en los noticieros pasan sólo deportes o información acerca del que apuñala en el Transmilenio, el que roba celulares o noticias acerca de una gripe que les inventan a los pollos y locuras a las vacas y cuanta cosa vil les sirva para mantener a la gente atontada. No en vano cuentan una a una las personas que mueren por culpa de los pollos y las vacas y cosas raras que de tanto en tanto aparecen, para cualquier objetivo perverso que se les ocurra.

Pero los difuntos pobres, los de los paseos de la muerte, no los cuentan, porque esos no nos asustan, nos indignan, así como tampoco cuentan los niños que diariamente mueren de hambre o entran en estado de desnutrición, porque también es indignante, no sería conveniente, así como resulta propicio que haya gente que piense que la reforma tributaria la hacen, la imaginan, los funcionarios de la DIAN.

El petardo tiene que desaparecer y reemplazarse por el saber, por el cuestionamiento, por el estudio, por la investigación, para que las luchas se hagan con la razón y sustentadas en valores como la solidaridad y la justicia, como debe ser, no con petardos. 

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