¿Por qué es distinto juzgar guerrilleros que paramilitares?

Daniel Mera Villamizar
24 de septiembre de 2016 - 01:37 a. m.

¿Por qué para los unos reconciliación sí y para los otros no?

¿Por qué "refundar" la patria con estos y no con aquellos? La narrativa del Sí básicamente elude esta pregunta de fondo o, in extremis, niega tener un "doble rasero", así sea contra-evidente. Así les parezca admisible 'Timochenko' de candidato presidencial, pero no un Carlos Castaño.

La respuesta hábil del pensamiento general del Sí sería: "porque guerrilleros y paramilitares fueron fenómenos distintos". Y a la contra-pregunta ¿distintos en su naturaleza (de violencia política)? Su respuesta más honesta intelectualmente sería "Sí".

Lo que nos lleva a la cuestión de si en la moral y la ética política de los colombianos hay hoy una violencia política buena y una violencia política mala. O lo que es lo mismo: si hay hoy una justificación ética y moral de determinada violencia política.

La ha habido. Después de la violencia liberal-conservadora, las razones fueron ideológicas, alimentadas por la venganza y la codicia. Pero hoy pocos colombianos justifican la violencia política. La subjetividad de los motivos ya no cuenta.

Que millones de ciudadanos vayan a votar por el Sí no quiere decir que justifiquen la violencia de las Farc. De ahí la enorme responsabilidad de los líderes intelectuales del Sí al jugar con las implicaciones y significados del voto del 2 de octubre.

Su discurso o narrativa soslaya las implicaciones indeseables, algunas inevitables, y magnifica o extrapola significados que por su carácter requieren una elaboración social más cuidadosa. El voto por el Sí no es un perdón o una reconciliación en sí mismo, por ejemplo.

El voto por el Sí no dirime la discusión moral sobre el estatus de los exguerrilleros de las Farc en la sociedad y en la política. Tampoco la controversia programática ni histórica. Lamentablemente, el Acuerdo Final incorporó demasiados elementos de la ideología que por la vía democrática no ha tenido acogida, lo que prolongará bastante el debate con motivo del plebiscito.

Por el proceso previsto de constitucionalización del Acuerdo Final, ¡de las 297 páginas!, las Farc dicen que "puede afirmarse que la Mesa de La Habana ha desempeñado una función constituyente y ha transformado para bien del pueblo colombiano el orden constitucional vigente". ¡Mientras el pueblo solo quiere que dejen de matar y no asimila la justicia transicional!

No es fácil para la narrativa del Sí justificar la diferencia en el trato entre guerrilleros y paramilitares, de cara a lo que De la Calle llamó "valores esenciales de la nación". Puede justificarse con razones pragmáticas, comenzando por las militares, pero de ahí en adelante la conversación entra en el terreno de la legitimidad del uso de la violencia con fines políticos, que impone el deber ético de no hacer retroceder la cultura política con argumentaciones ad hoc.

Una corriente importante del Sí piensa que la fórmula es desarmarlos y luego "derrotarlos en las urnas", sugiriendo –algunos– que el alto precio por terminar la guerra impuesta por las Farc a la sociedad se puede morigerar en esa eventualidad. Lo que es otra forma de decir "no creemos que sea distinto juzgar guerrilleros que paramilitares".

El problema es que esa estrategia conduce a una renegociación posterior, más complicada que una renegociación previa como resultado del No.

@DanielMeraV 

 

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