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¿Por qué Facebook permite la extorsión sexual?

Jorge Gómez Pinilla
31 de agosto de 2016 - 02:40 a. m.

En el curso de los últimos meses la extorsión por vía sexual ha adquirido en Internet una incidencia de niveles alarmantes. Muchos de los contactos personales para la comisión de esos delitos se hacen en Facebook, es muy fácil identificar a las jóvenes que actúan como señuelos para hacer caer en la trampa a víctimas de todas las edades, y Facebook no hace nada para impedirlo.

Cientos de miles de internautas al año son víctimas de la extorsión sexual en línea, también conocida como Sextorsión. Una investigación periodística de la BBC reporta que los extorsionistas son grupos organizados en países como Filipinas, Marruecos o Costa de Marfil, cuyas leyes en lo informático son laxas o inexistentes, de modo que pueden operar sin el temor a ser rastreados o judicializados. Y muestra el caso de un adolescente de Escocia, que se suicidó después de creer que estaba interactuando con una joven de su edad en una conversación por Skype.

La trampa se abre cuando la víctima acepta la invitación de amistad de una bella chica. Tras ganarse la confianza de la víctima y acceder a su lista de contactos, la relación avanza hasta el momento en que se comunican por video. Aparece la figura de una mujer que convence a su interlocutor de desnudarse, y a continuación utilizan esas imágenes para exigirle sumas de dinero que oscilan entre 1.000 y 5.000 dólares a cambio de no hacerlas públicas. “Haré de tu vida un infierno” y “Verás que voy a destruir tu vida”, son las frases que aparecen en su chat cuando la víctima ha caído.

Guardadas las proporciones con la BBC, hace año y medio escribí ‘Retrato hablado de una extorsionista impúdica’, donde hablé de un caso al que le hice seguimiento desde el momento en que una tal Mariana Salvador me envió solicitud de amistad, pasando por las charlas que sostuvimos hasta la tarde en que se desnudó durante una sesión de Skype y me pedía de manera insistente que hiciera lo mismo. En aquella ocasión conté cómo “procedí no solo a bloquearla sino a reportar el chat como abuso, y no contento con esto envié un mensaje a Facebook advirtiendo sobre lo que acababa de ocurrir con la bella extorsionista”. (Ver columna).

Son tres las cosas que hoy recuerdo de esa columna: una, que fue ampliamente comentada en La Luciérnaga de Caracol, donde advirtieron a jóvenes y adultos sobre el peligro que representa esa clase de amistades ocasionales; dos, que nunca recibí respuesta de Facebook por la denuncia que formulé; y tres, que ocho días después se me ocurrió desbloquear a la extorsionista a ver qué había pasado, y para mi sorpresa ahí seguía ‘operando’, como si nada. (Ver muro).

Paradójicamente, un año después de aquel suceso fui yo quien sufrió en carne propia la censura por parte de Facebook, en forma de bloqueo a mi cuenta durante 24 horas, a raíz de una foto que publiqué tomada del happening organizado por Spencer Tunick en la plaza de Bolívar de Bogotá, cuando más de 6.000 bogotanos posaron desnudos para su cámara. La imagen mostraba “una anciana viringa subida sobre una tabla de madera, como Dios la trajo al mundo, levantando erguido el puño de su mano derecha, en valiente actitud que la enaltece”. Así escribí en columna titulada ‘Lo artístico, lo vulgar y lo catártico de un pubis censurado’ (Ver columna con foto).

Todos los días recibimos solicitudes de amistad en Facebook, y a cualquiera le bastan dos dedos de frente para identificar a las mujeres que se ajustan al perfil de potenciales extorsionistas. Eso asombra hasta el escándalo, en parte por la permisividad con que se mueven en las redes sociales y en parte al constatar el número cada vez mayor de esa clase de jovencitas dedicadas a pescar ingenuos en el río revuelto de la Internet.

Para demostrar la proximidad del peligro ante la facilidad con que se desnudan (sobre todo para los jóvenes, pues un adulto de inmediato entra en sospecha), decidí hacer un nuevo seguimiento. La solicitud de amistad llegaba de una mujer cuya singular belleza y sello de clase llamaron mi atención, pues tenía el porte, la vestimenta y las amistades de una princesa europea. Motivado además por la curiosidad periodística de saber si la persona que habría de desnudarse sería la misma que se mostraba en su muro, decidí aceptar el ofrecimiento de alias ‘Daniella Alvarado’. (Ver muro).

No habían pasado ni 30 minutos cuando se comunicó por Messenger para decir que “Soy origen Chilena, pero vivo ahora en Francia, más precisamente en Paris, espero que esto no te molesta”. Le seguí la cuerda y ella se ciñó al mismo libreto de Mariana Salvador, aunque con una llamativa diferencia: Daniella apareció de una vez desnuda, y tuve la impresión de estar frente a un video que ponían a rodar mientras alguien escribía cosas en un español afrancesado, sin ninguna conexión con la imagen que rodaba. Lo llamativo estuvo en observar que la del avatar parece ser la misma ‘princesa europea’ cuya impúdica belleza exhibía sin el menor reparo, y tendría que acudir a la opinión del lector para saber si estoy o no equivocado: (Ver foto tomada del video).

Sea como fuere, lo sorprendente es la facilidad de circulación que tienen estas organizaciones criminales por las redes sociales, pese a que es sencillo identificar –con o sin algoritmos- el perfil de las mujeres que actúan como señuelos para atrapar incautos ávidos de nuevas emociones, en torno a lo cual ya debe haber muchas vidas destruidas que, por obvias razones, no saltan a la luz pública.

No sé si la alerta pública que hoy formulo desde la tribuna de opinión de un medio colombiano llamado El Espectador llegará hasta el mismísimo creador de Facebook, Mark Zuckerberg, pero esperaría que así ocurriera. Ya es tiempo de frenar la ola criminal a la que la actitud omisiva de esa red social le brinda carta blanca en sus operaciones. Omisiva al no ejercer controles, ya que desde lo tecnológico sería muy sencillo crear algo así como un Bloque de Búsqueda que permita identificar, bloquear y neutralizar a las ‘carnadas’ de esas mafias que pululan en las redes.

Si la más importante red de comunicación interpersonal que hoy existe en Internet –y en el planeta entero- quisiera de verdad contribuir a erradicar el crimen que se anida en sus aposentos virtuales, solo sería cuestión de voluntad. Es muy fácil, tan fácil como evidenciar la extorsión sexual que se cuela entre sus piernas.

DE REMATE: Lo atractivo –y peligroso- de la coyuntura que hoy vive Colombia, es que con la paz por primera vez se están viendo seriamente perjudicados los intereses de la muy poderosa Mano Negra. Por eso mismo no se sabe qué puede pasar, pues esa gente acostumbra cargar siempre un puñal bajo la manga.

En Twitter: @Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.blogspot.com.co/

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