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Preguntas en defensa del bien común

Antieditorial
22 de mayo de 2016 - 08:07 p. m.

Es casi imposible entender que para un “gran” gerente/administrador, como el actual alcalde de Bogotá, sea imposible rescatar de las manos de Jorge Castellanos Rueda un bien tan preciado para los bogotanos.

Por Hernan Velandia Palomino

Afortunadamente, señor alcalde, su especialidad no es la medicina, porque de lo contrario muchos de quienes hemos estado enfermos ya no existiríamos, según su concepto de mejoría: ¿para qué gastar en el salario del médico, los costos de hospitalización y el valor de los medicamentos, si no sabemos cómo va a evolucionar el paciente?

No, señor alcalde, no es matando al enfermo que se solucionan las cosas, es cambiando a quien se responsabilizó de conducirla acertadamente y terminó desvalorizándola con la intención de colaborarle a usted en sus propósitos financieros. En la capital, o si se quiere, en el país, hay cientos de ejecutivos que, de tomar las riendas de la ETB, la transformarían en una empresa boyante, para el bien de los ciudadanos que acá vivimos.

¿Por qué presume que, de no venderla, irá al fracaso total, sin pensar que está despreciando el talento nuestro, por cuanto que quien la compre sí la volverá competitiva? ¿Cuál es el interés de fondo?

¿Acaso la empresa y los bogotanos tenemos que perder ese activo icónico porque el actual gerente no tuvo la suficiente voluntad y creatividad para generar políticas que le permitieran a la institución ser lo suficientemente competitiva con la moderna infraestructura que instaló? ¿Por qué el gerente, en lugar de estar diciendo que la empresa no funciona bien, no se pregunta por qué yo no logro que la empresa funcione bien?

Señor alcalde, cuando tomamos su nombre como opción para dirigir nuestra ciudad, lo hicimos por sus conocimientos y su capacidad de mejorar lo que está bien y de recuperar lo que está mal, que siempre ha demostrado. No se entiende por qué ahora tiene que ignorar una tradición institucional y lanzar a la incertidumbre social a miles de funcionarios que, a través del tiempo y regidos por las directrices gerenciales, han logrado mantener funcionando la empresa. Si hay malos manejos, esas estrategias son dictadas por el gerente y sus directivos, y no por el personal que colabora en las oficinas o el operativo.

Reflexione con menos desespero económico y no cometa el error de adicionar a su hoja de vida política un lunar tan grande que no pueda ser olvidado por la ciudadanía cuando vuelva a exponer su nombre a otros escenarios de poder. ¿Qué va a hacer cuando en su plan de recuperación económica haya vendido todo lo que tiene en mente y esos fondos no le alcancen para sus propósitos de administración? ¿Va a vender Transmilenio a una empresa internacional para que la maneje y deje de causar tanta pérdida de los recursos de los bogotanos?

Lo ideal sería crear un muy experto equipo de trabajo para que la recupere en el menor tiempo posible e inicie la generación de mejores aportes económicos a la ciudad.

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