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¿Quién detendrá la inflación?

Luis Carvajal Basto
11 de julio de 2016 - 03:39 a. m.

El 8.65% al que llegamos en junio demuestra que el Banco de la República fracasó. Los funcionarios no son responsables solamente por lo que hacen sino por lo que dejan de hacer. Le toca al gobierno, aunque tarde, actuar a fondo.

La cifra de inflación es la mayor desde diciembre de 2.000  y más del doble de la meta  para 2016 (4%), lo que no deja de ser contradictorio en vista de la reducción   del crecimiento esperado   hasta un probable 2.5%, el cual no es solamente imputable a la disminución de las exportaciones petroleras o a los sucesivos apretones en el gasto del gobierno. El impacto de la devaluación y la reducción de la oferta en los precios han sido superiores, en sus efectos, a las alzas en las tasas de interés recetadas equívocamente  por el Banco de la República que han contribuido, en cambio, al freno de la economía.

Desde esta y muchas otras opiniones advertimos que la subida de tasas (ver) resultaría inocua para controlar la inflación. Ahora, faltando mucho de sus efectos por verse, esperamos  que no  conduzca  a un escenario de reducción del crecimiento combinado con inflación desbordada; es decir, estanflación. El alza de tasas, inútil para controlar una inflación generada en la oferta, ha estado, más bien, dirigida  a prevenir el colapso cambiario que  generaría un alza de intereses  en  Estados Unidos, cosa que no ha ocurrido. El Banco  ha quedado en el peor de los mundos: con el pecado  y sin  género mientras  miembros de la junta parecen sorprendidos porque sus remedios no sirven.

Esto ocurre en un momento en que la economía  ha mejorado tres puntos, desde febrero, en la manera en que los colombianos perciben sus principales problemas, como  señala la encuesta  Gallup publicada la semana pasada, y el indicador de Confianza Industrial de Fedesarrollo ha mejorado hasta “el nivel más alto para ese mes(Mayo) desde 2011”. Pese a ello, no podemos engañarnos: se trata de los efectos de la tasa de cambio que ha hecho más competitiva la industria pero, a través de la inflación, ha deteriorado la capacidad de compra.

Es cierto que  salarios e ingresos  reales han disminuido más allá del incremento en el salario  decretado en diciembre (7%), pero un nuevo aumento  aceleraría las presiones inflacionarias. Mejor dicho: más nos demoraríamos en decretarlo, como  piden las centrales obreras, que las alzas de precios en devorarlo. Aunque nos encontramos en un momento políticamente complejo, por la inminencia del plebiscito,  lo más razonable sería que la dirigencia sindical entre en razón sin producir  daños colaterales.

Es la oportunidad para reconocer que en el desbordamiento de la inflación, además de las decisiones erráticas del Banco, hemos tenido problemas de gestión. Desde los paros campesinos siguiendo con el impacto del niño y ahora  el paro  del transporte, se ve más claramente que la gestión de algunos ministerios no ha sido afortunada. Echarle culpas al clima no es, precisamente, un modelo de gobierno. Sabemos que una cosa es la economía y otra la política económica o la gestión gubernamental, pero el paro transportador, por ejemplo, ha revelado la magnitud de  asuntos pendientes que se han mantenido debajo de la mesa: el recién llegado ministro ha debido afrontar una situación incubada durante años en los que peajes desbordados, precio de los combustibles y sobreoferta de transporte convergen sin que sea función del gobierno colocar un flete “artificial”. Pobre ministro. ¿Qué dirá el Vicepresidente Vargas Lleras, director supremo de ese ministerio  desde hace años?

¿No debimos importar más, y oportunamente,  alimentos que dispararon los precios?; ¿Sirvieron de algo las medidas de fomento al sector agrícola luego de los paros campesinos? El paro de transporte, por su contribución a la inflación, afecta el interés general que está por encima de los que puedan reclamar los transportadores.

¿No es hora de ejercer la autoridad de que  el ministerio está investido?
Mientras varios altos funcionarios le echan culpas al clima y al cielo por lo que dejaron de hacer y otros guardan silencio por sus aspiraciones electorales, la inflación sigue galopando y las tasas de interés asfixiando el crecimiento.

@herejesyluis

Adiós Amigo: con inmenso dolor registramos la partida de Cesar González Muñoz, maravilloso ser humano, gran economista; compañero  de causas y luchas Liberales, y leal amigo. Gracias muy querido Cesar. Hasta siempre.

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