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Restauremos los ecosistemas para sobrevivir

Julio Carrizosa Umaña
01 de agosto de 2016 - 02:00 a. m.

Podríamos sobrevivir como nación uniéndonos en paz para restaurar y proteger los ecosistemas.

Ese es un objetivo inspirador para todos los colombianos y uno indispensable y urgente en estos tiempo de cambio e inestabilidad climática después de 70 años de guerra que han dejado una nación dividida y un país deteriorado al extremo con sus aguas contaminadas, los bosques andinos y de la costa atlántica casi desaparecidos, los mejores suelos urbanizados, erosionados o compactados, las plagas creciendo, los humedales disminuidos, las poblaciones de fauna diezmadas, los ciudadanos desplazados, hacinados en las montañas y en las cinco ciudades principales,las mafias corruptas apoderadas de las tierras bajas, los empresarios incapaces de proporcionar empleo digno a todos los necesitados.

Los mercados internacionales, afectados también por grandes problemas, hoy no pueden proporcionarnos una solución económica, como lo comprueban diariamente los exportadores colombianos. Puede que mañana si lo sean, cuando hayamos sanado en lo ecológico y en lo social, contemos con sistemas competitivos y con una sociedad suficientemente compleja; ilustrada, incluyente,comprometida con la creación de una nación alrededor de la ley.

La situación actual de la Guajira y de la costa del Pacífico nos proporciona ejemplos extremos de la magnitud de la tarea que nos espera. Una, la única zona árida del Caribe, la otra la región más húmeda del planeta, han sido en nuestra historia también muestra de cómo las guerras conducen a la creación de refugios étnicos en sitios alejados de las ambiciones de los vencedores y hoy son pruebas de como la ausencia de nación puede conducir a la desolación y al hambre.

En estos momentos, cuando estamos sabiendo si vamos o no a vivir en paz, también deberíamos pensar en cómo en esa paz querida podríamos resolver, todos juntos, indios, negros, mulatos, mestizos y blancos, los problemas de los wayuu y de los afros y los emberas del Chocó y de las costas de Nariño, el Valle y el Cauca. La energía que se ha mostrado en la guerra debería ser capaz de hacer cosas maravillosas como construir en la costa del Pacífico y en La Guajira los pueblos más bellos del trópico, pueblos en donde florezcan la creatividad, la recreación, las artes, la literatura, la danza, la música, el deporte, el amor, la amistad, todo lo que los pueblos actuales han demostrado ser capaces y que está ahí, en sus mentes, en sus tradiciones que han persistido a pesar de lo que se ha hecho para que desaparezcan.

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