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Resultadistas

Antonio Casale
29 de febrero de 2016 - 05:10 a. m.

A los equipos de fútbol defensivos se los llama resultadistas, como si los ofensivos no buscaran el mismo objetivo: ganar.

En Colombia se generaliza que los equipos tácticos juegan feo y no promueven el espectáculo. En cambio, se cree que los propositivos juegan bonito, agradan al paladar del hincha y hacen del fútbol un show.

En Santa Fe fracasó Bolillo Gómez, y muchos dicen que fue por su estilo defensivo. Su equipo, dotado de jugadores talentosos, era muy bueno en materia táctica. Recibía pocos goles, pero tampoco los hacía en la puerta contraria. La gente decía que ese equipo jugaba feo. Los resultados no acompañaron al DT y se tuvo que ir.

Pero, apostando por algo similar, Gerardo Pelusso obtuvo la Copa Sudamericana. No conozco al primer hincha cardenal que no haya disfrutado con la obtención de aquel título continental. Todos celebraron.

En la otra esquina están los equipos ofensivos. Ricardo Lunari en Millonarios se esmeró por serlo. Los resultados no lo acompañaron y terminó yéndose antes de lo presupuestado.

En cambio, Hernán Torres, con una apuesta similar, les devolvió la alegría a los hinchas azules en 2012. Los resultados obtenidos con un equipo propositivo lo inscribieron en la historia para siempre.

En el mundo pasa lo mismo. El ofensivo Real Madrid de hoy es una risa, mientras el Atlético de Simeone, con su propuesta defensiva, prestándole el balón al rival, ha logrado colarse entre merengues y culés para darle algo de emoción a la Liga española.

El Barcelona, en cambio, con su propuesta de posesión y posición con el balón en los pies, siempre buscando el arco contrario, ha marcado la historia reciente en Europa gracias a los resultados. Pero, sin títulos, Guardiola hubiese sido apenas una anécdota en territorio catalán.

Es cuestión de gustos. Aunque sea más emotivo jugar a la ofensiva, no se puede desprestigiar a quien lo intenta a partir de cerrar los espacios al rival, defenderse bien y esperar el momento, el espacio para sorprender. Normalmente, estos equipos no tienen una gran nómina, pero muchas veces logran títulos y ese método también es bello. Es la reivindicación de los normales sobre los talentosos. Son la representación de la mayoría, de los gladiadores que se declaran invencibles. Estos métodos son empleados frecuentemente por los que sobre el papel son inferiores. Es hora de derribar el paradigma.

Lo único reconocido unánimemente como bonito es gritar un gol del equipo amado, celebrar una victoria o gritar campeón. Los métodos, siempre que estén dentro del reglamento, no son más que caminos para llegar al mismo lugar, un resultado victorioso.

 

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