Salarios

Salomón Kalmanovitz
02 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

Los medios y los gremios interesados siempre dicen que el reajuste del salario mínimo fue insignificante o que es el más bajo del continente o aún del mundo.

Los datos dicen otra cosa: el ajuste para 2017 del 7 % compensa una inflación que posiblemente fue de 5.6 %  el año pasado, mientras que el aumento del IVA (1.8 % de aumento en el costo de la canasta familiar) deberá ser cubierto con el ajuste de diciembre próximo. En el record histórico el salario mínimo real se ajustaba un punto por encima de la inflación del año anterior, excepto en años como 2008, 2015 y 2016 en los que se dieron sorpresas inflacionarias; en los últimos 20 años el aumento del mínimo completa 24 %.

El reajuste anual del mínimo en Colombia se institucionalizó después del paro cívico de 1977 que dejó muchos muertos y paralizó al país durante tres días; este se convocó para protestar contra una inflación del 33 % que había mermado el poder adquisitivo de la población. El ajuste anual ha permitido que los trabajadores sufran menos y que se les reconozca lo que pierden cada año, agregando al salario el aumento de la productividad económica. El incremento anotado durante las dos últimas décadas se debió a la reducción de la inflación a niveles de un dígito y al ajuste sucesivo basado en la inflación registrada el año anterior. La política monetaria ha sido independiente de los gobiernos de turno y de los gremios de la producción que antes de 1991 ordeñaban al Banco de la República para financiar el déficit fiscal o capturaban créditos subsidiados para la Federación de Cafeteros, la agricultura y la industria.

El salario mínimo en Colombia es menor que el de Perú (850 soles) pues a la tasa de cambio equivale a $840.000 contra $820.587 acá, pero el costo de vida es mayor en Perú o sea que es similar al nuestro. Un agravante para nuestro vecino es que no hay negociación anual del salario mínimo: el último fue de 42 % que se hizo en mayo de 2016 después de cinco años sin movimiento alguno. En México el salario mínimo fue fijado en 80 pesos mexicanos diarios, equivalentes a 120 dólares mensuales, unos $360.000 colombianos. Chile tiene un salario mínimo bastante superior al colombiano, equivalente a US$392 mensuales o $1'177.000. Ecuador tiene un salario mínimo de US$366, pero por estar dolarizada su economía el poder adquisitivo de sus trabajadores no es tan alto.

El salario mínimo más bajo del continente es, sin lugar a dudas, el de Venezuela donde una inflación del 700 % en 2016 destruyó el poder adquisitivo de la población: en diciembre se ajustó el salario mínimo a 90.811 bolívares mensuales que equivale —y no miento— a nueve dólares, 27.000 pesos colombianos; este salario incluso no se puede gastar porque no existen bienes que comprar ni billetes con que pagarlos. Aunque hay muchos bienes gratuitos como la educación, a muchas familias les han regalado viviendas y existe una atención médica sin costo, hay tal escasez de medicamentos y de elementos médicos esenciales que el sistema sanitario ha colapsado.

Lo que se puede deducir de los casos analizados es que los países que han tenido políticas monetarias independientes y un aumento sostenido de su riqueza han logrado mayores salarios, donde ha jugado su papel el poder político que han logrado acumular los trabajadores. La lección más importante es que mantener los equilibrios macroeconómicos y sobre todo la estabilidad de precios es un bien público de enorme valor social.

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