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Sí a la posibilidad de la paz

Aldo Civico
28 de septiembre de 2016 - 02:43 a. m.

Imagina a todo el mundo viviendo en paz. Dirás que soy un soñador, pero no soy el único, espero que algún día también tú te unas y el mundo será uno.

Así cantaba John Lennon en Imagine, y sus palabras resuenan hoy por toda Colombia. Porque nunca como antes la paz es una posibilidad real. De hecho, ¿no es acceder a posibilidades lo que el mundo necesita hoy para enfrentar a sus grandes desafíos? Además, ¿no es generar posibilidades lo que la política debe hacer?

Se lo escuché mencionar hace unos días en Nueva York a Bill Clinton, en un discurso elevado, visionario, en el cual también nombró a Colombia y al acuerdo de paz, como una señal positiva. Al cierre de su Clinton Global Initiative (el evento que en los últimos 12 años ha cambiado el paradigma de la filantropía), el expresidente habló sobre la necesidad de una colaboración creativa entre Estado, economía y sociedad, para fomentar una cultura de la posibilidad.

De hecho, la cultura de la posibilidad es propia de una política afirmativa, de una política generativa. Podríamos decir, de una política del Sí. Porque afirmar el Sí es abrir las puertas a lo nuevo, a lo inesperado, a la posibilidad.

Esta es la política que hace posible lo imposible, porque antes que todo supo imaginarlo. De hecho, para que algo se convierta en realidad, hay que imaginarlo antes.

La política del No, no solamente es una política no apta para nuestros tiempos, sino que refleja una cultura de la negación. En otras palabras, niega la posibilidad de un cambio y de un mañana mejor. La política del No se opone a la esperanza, cerrándole las puertas al futuro. Se alimenta del miedo y del ansia.

La política del No es simplista. No necesita creatividad, innovación o esfuerzo. Para ser eficaz, solo tiene que agitar los miedos y las ansias que ya inquietan a las masas. Eso no es difícil, dado que nuestros cerebros están diseñados para la supervivencia y no para la trascendencia. Un liderazgo que nos eleva y nos trasciende: ese es un liderazgo auténtico.

Por eso pensé en Colombia, cuando escuché a Bill Clinton. En un conmovedor panel, dedicado a la reconciliación, el expresidente estaba hablando sobre dos sobrevivientes del genocidio en la ciudad bosnia de Srebrenica cuando resaltó: “Estas personas decidieron no quedarse enfurecidas y buscar la reconciliación en lugar de la venganza”. Clinton recordó a Nelson Mandela, quien también renunció a la ira cuando se dio cuenta de que sus enemigos podían quitarle todo, hasta la vida, pero nunca le podrían quitar su mente y su corazón.

“Hay que creer en la posibilidad y fomentar una cultura de la posibilidad”, dijo Clinton. “Hay que reconocer que juntos podemos hacer más que aislados. Solamente si aceptamos nuestra humanidad compartida por encima de nuestras diferencias, y solamente si lo intentamos junto a los demás lo más probable es que nos irá mejor de lo que soñábamos”.

La paz de Colombia es hoy esta posibilidad. Para lograrlo hay que cultivar esta cultura de la posibilidad, sabiendo que en el intento, a los colombianos, les puede ir mejor de lo que hoy todos nos imaginamos.

 

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