Un futuro cada día más negro

Mauricio Botero Caicedo
26 de marzo de 2016 - 12:15 a. m.

Colombia, no hace mucho, tenía fundadas esperanzas no solo de jugar un papel fundamental en el mercado mundial del carbón, sino que dicho mineral fuera su principal fuente de ingresos en divisas.

Hace menos de un lustro no había razón para que el país no llegará a las 100 millones de toneladas de producción con precios de US$100 por tonelada. Hoy, de no ocurrir un fenómeno imprevisto, ambos sueños gozan la paz de los justos. Las exportaciones del país serán sustancialmente inferiores y el precio por tonelada ronda los US$40.

La industria del carbón afronta un panorama desalentador ante el desplome de los precios de las materias primas, la caída del valor de las acciones de los productores y la quiebra de múltiples empresas del sector, tanto en Estados Unidos como en los países en vía al desarrollo. Aparte del reto del mercado, el carbón confronta obstáculos en lo financiero y en lo ambiental. En cuanto el desafío del mercado, la competencia directa del gas, principalmente aquel de yacimientos de esquisto, es cada vez mayor. Al fenómeno del gas hay que añadirle el hecho de que el mercado está sobreofertado. Tras más de una década de elevado crecimiento, la demanda mundial de carbón se ha estancado, debido sobre todo a la restructuración económica que está experimentando China, país que representa la mitad del consumo de carbón a nivel mundial. Según informe de un analista, “el consumo de carbón en China ha bajado durante dos años consecutivos, la primera vez que ocurre desde 1982, a medida que su economía se desplaza gradualmente hacia los servicios y menos a las industrias de alto consumo energético”. Añadido a una menor demanda de este mineral en los principales mercados hay que tener en cuenta la entrada de nuevos jugadores en el mercado de exportación como es los Estados Unidos.

En el campo financiero, las noticias son igualmente sombrías. Tanto el Citi, el J.P. Morgan Chase, y el Bank of America informaron la semana pasada que no van a financiar más proyectos vinculados con minería y plantas de carbón. Dichas instituciones afirmaron que el carbón va a estar incluido, al igual que el trabajo infantil, en su lista de “transacciones prohibidas”, de acuerdo con una versión actualizada de su política social y ambiental. Los bancos no interrumpen sus vínculos con grupos mineros porque su decisión sólo se refiere a proyectos directamente relacionados con el carbón, tanto minas como centrales eléctricas en más de 30 países de la OCDE.

Finalmente, en esta época en que la huella hídrica es vital, está la firme oposición de los ambientalistas al uso del carbón como combustible. “Si los planes de construcción de nuevas plantas se llevan a cabo, el agua que consume la industria del carbón en el mundo sería casi el doble”, advierte en un comunicado Greenpeace, en un informe que estudia la demanda de agua actual y futura de la industria del carbón en el mundo, y asegura que el sector consume actualmente la misma cantidad de agua que necesitarían 1.000 millones de personas. Greenpeace propone que se decrete una “moratoria inmediata” en la expansión del carbón en regiones con déficit de agua, reemplazar las plantas de carbón planificadas en zonas “rojas” por energías renovables, y cerrar plantas que lleven en funcionamiento 40 años. “Si China dejara a un lado sus planes de construcción en zonas «rojas» podría evitar un consumo de 1.800 millones de metros cúbicos de agua por año, 1.200 millones en el caso de la India”.

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