Publicidad

Un vuelo con Fajardo

Patricia Lara Salive
22 de abril de 2016 - 02:04 a. m.

Hace unos días regresaba de Cuba vía Panamá-Medellín. Al montarme al avión de Copa me senté en la cuarta fila, ya que mi asiento era el 4C. Pero de inmediato llegó el dueño de ese puesto, que correspondía al 5C. Así que el asiento que me habían asignado no existía.

Di vueltas, le pregunté a la azafata, se disculpó porque había habido un error y me colocó en un puesto en la segunda fila. Estando en esas, vi al exgobernador Sergio Fajardo acomodado en la primera fila. Lo saludé y él, que había oído el incidente, me invitó a que me sentara a su lado, pues la silla junto a él iba vacía.

Conversamos durante hora y media. Había tema suficiente. Acababa de salir la encuesta de Datexto que lo situaba en el primer lugar de las preferencias presidenciales, con un 20,8 por ciento, lo cual implicaba que se situaba cinco puntos por encima del vicepresidente, Germán Vargas Lleras, 5,4 del exalcalde Gustavo Petro, 8,4 del ex candidato del uribismo Óscar Iván Zuluaga, y 13,6 de la excandidata conservadora Martha Lucía Ramírez.

Fajardo, por supuesto, estaba feliz.

Me contó que, por ahora, estaba dando conferencias en universidades. Me dijo que justamente regresaba de dictar una en México y que la semana siguiente iría a Boston a hacer lo mismo. Entonces me preguntó si quería oírle el resumen de su charla. Le dije que sí. Abrió su computador en el archivo de power point que usa para sus conferencias y, muy rápidamente, me resumió su planteamiento: primero hay que tener un sueño, dijo. Y luego tener claro qué hay que hacer para alcanzarlo.

El sueño de Fajardo (y esto es algo que le he escuchado desde cuando era alcalde de Medellín) es lograr que todas las personas dispongan de las mismas oportunidades que él tuvo y que le permitieron tener la mejor educación (Fajardo es matemático de la Universidad de Los Andes, doctor en matemáticas de la Universidad de Wisconsin y fue durante mucho tiempo profesor de matemáticas en su alma máter). Por eso el lema que escogió para su Alcaldía fue “Medellín la más educada”; y para su Gobernación, “Antioquia la más educada”. (Y supongo que si llega a la Presidencia querrá hacer de “Colombia, el país más educado”).

Cuando le pregunté qué iba a hacer en política, cuál era su cuento, me dijo que no quería imponer una propuesta sino promover un consenso, de modo que la propuesta se construyera desde abajo. Me contó que estaba cerca de los senadores Antonio Navarro y Claudia López y que su cuento era el de la “no polarización”.

Y ese es un gran cuento: porque Colombia no puede seguir así, con los uribistas descalificando automáticamente cualquier planteamiento que haga el presidente Santos, con los santistas haciendo lo mismo con cualquier propuesta que haga el senador Uribe, y con el país dividido, odiando, haciéndole barra al uno o gritándole vivas al otro.

— ¿Y la paz?, le pregunté a Fajardo.

— La paz hay que hacerla, me dijo. Pero no todo puede centrarse en ella.

¡Sí, qué bueno sería que, una vez chuleado el tema y hecha la paz, los colombianos nos olvidáramos de Uribe y de Santos y nos dedicáramos a construir un país moderno, equitativo, grato y bien educado!

Y a propósito de Cuba, quedé gratamente sorprendida con su campaña de prevención del Zica: cada semana, de manera ineludible, se fumigan las casas, los apartamentos, las calles: el lunes le toca a un sector, el martes a otro, etc. Es un poco exagerada e incómoda esa campaña. Pero es muy eficaz: no hay una sola persona que haya sido contagiada con Zica en la isla.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar