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¿Va a continuar disparándose?

Mauricio Botero Caicedo
14 de noviembre de 2015 - 07:08 a. m.

Pocos fueron los aciertos de la Constitución del 91, pero dentro de estos pocos aciertos el principal es haber convertido al Banco de la República en una entidad independiente.

La Junta es casi emancipada, porque quien preside dicha Junta es el ministro de Hacienda, funcionario de la rama ejecutiva que está sujeto a los vaivenes de las conveniencias políticas. Un Emisor autónomo es una bendición y no cabe duda que en sus 24 años de historia dicho órgano ha demostrado tener, la mayoría de las veces, competencia, prudencia y buen criterio. Pero tampoco se puede ocultar que la Junta, cuyos integrantes por definición son falibles, a veces se descacha. A finales de los noventa, concretamente en 1998, la Junta del Emisor se descachó de manera grave. El exministro Eduardo Pizano en un artículo en Semana hace unos años afirmaba: “Para evitar la fuga de capitales, el Banco de la República incrementó la tasa interbancaria, hasta alcanzar en el mes de septiembre de 1998 el 43 por ciento. El spread de los bonos del Banco de la República aumentó 700 puntos básicos. El aumento de las tasas de interés llevó al traste a todo aquel que en ese momento se encontrara endeudado. Sucumbieron miles de empresas y de deudores hipotecarios que por el aumento de las tasas se vieron imposibilitados de pagar sus créditos. La recesión empresarial ocasionó un incremento en el nivel del desempleo que agravó la situación crediticia y presionó aún más la caída de la demanda. En pocos meses, la economía colombiana caía a niveles similares a los de la crisis económica de los años 30. A pesar del pronto remedio que se le dio a la crisis, la economía tardó varios años en recuperarse”.

El descache este año, preocupante pero bastante menos letal, se refiere concretamente a la inflación. Durante meses miembros de dicha Junta, al igual que el gerente, han afirmado que la inflación está bajo control. El diario Portafolio, en su edición del 11 de marzo de 2015, informaba: “Pese a que el dato de inflación de febrero (1,15%) resultó sorpresivo para el mercado local por cuenta de los incrementos de precios en rubros como alimentos, educación y comunicaciones, analistas y expertos no prevén un desbordamiento del costo de vida por encima del cuatro por ciento para el cierre de este año. Incluso, los codirectores del Banco de la República señalaron que, pese al reciente aumento de la inflación –el cual puede ser de carácter transitorio–, las expectativas del costo de vida para este año están ancladas a la meta del tres por ciento… Por ejemplo, la codirectora del Banco de la República, Ana Fernanda Maiguashca, dejó claro que en esta primera parte del año probablemente se tendrán “lecturas altas del dato de inflación”. Aun así, proyectó que estas comenzarán a bajar a partir del segundo semestre para así encaminar el costo de vida hacia el objetivo del tres por ciento trazado por el Banco”.

La realidad es que la inflación en el 2015 va a cerrar por encima del seis por ciento, el doble del ancla del Emisor. Y a pesar que la tasa de cambio ya había aumentado desde septiembre del 2014 a marzo del 2015 en 800 pesos, el Banco de la República fue incapaz de prever que los alimentos, en un país que importa 11 millones de toneladas de comida, iban a impactar la inflación de manera importante. Con un petróleo en franco descenso, y una tasa de cambio que se puede acentuar, el Gobierno y el Congreso tienen que hacer todo lo posible para asegurar que Colombia reemplace sus importaciones alimenticias. Si no lo hacen, la inflación va a continuar disparándose.

 

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