Versiones encontradas

Santiago Villa
15 de marzo de 2016 - 02:00 a. m.

Kate del Castillo ha dado su versión de cómo se dio la entrevista entre el Chapo Guzmán y Sean Penn, y las versiones no coinciden.

El momento más comprometedor para las autoridades mexicanas en el relato de Sean Penn para la revista Rolling Stone, sobre su entrevista con el Chapo Guzmán, aparentemente fue inventado. Luego de aterrizar en una pista clandestina de Sinaloa, y mientras transitaban por el desierto en camionetas de vidrios polarizados hacia la guarida de uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo, llegaron según Sean Penn a un retén militar. Al ver los militares que el vehículo era conducido por el hijo del Chapo, se avergonzaron les dejaron seguir. "Wow. Aquí está. Esto es el poder de un rostro Guzmán. Esta es la corrupción de una institución", decía un artículo que comenzaba afirmando que El Chapo era el segundo presidente de México.

Quizás en esta última apreciación Sean Penn no se equivoque. Sin embargo, sobre el retén militar no se acuerda ninguna otra de las personas que viajaron con Penn y del Castillo a encontrarse con el Chapo. No es la única inconsistencia entre la versión de la entrevista y los antecedentes de ella, según Penn, y la de las personas que estuvieron con él.

En un artículo publicado esta semana en la revista The New Yorker, el periodista Robert Draper hace el cotejo más detallado hasta el momento de las distintas versiones del fiasco periodístico del año. El artículo acentúa el patetismo y la mezquindad de todos los participantes.

La principal fuente de Draper es Kate del Castillo, la actriz de "La Reina del Sur", con quien el Chapo Guzmán tiene una relación empantanada en un terreno que oscila entre el amor platónico, la amistad, y el interés profesional o publicitario. Tras meses de silencio, del Castillo finalmente da su versión de la historia, aunque la veracidad de su testimonio debe tomarse con reservas, pues ella es objeto de una investigación de la Fiscalía de México, y si regresa a su país natal corre el riesgo de ser privada de la libertad. Algunas cosas las habrá dicho asesorada por sus abogados.

Su asociación con El Chapo Guzmán, a lo sumo y a no ser que haya improbables negocios secretos, puede calificarse de irresponsable, ingenua o necia, pero de ninguna manera criminal. La reacción del Estado mexicano a la entrevista es persecución judicial. En especial por ser ella la única persona objeto de investigaciones. Sean Penn es un personaje demasiado fuerte para ser tocado por la venganza de las instituciones mexicanas.

Penn es, sin embargo, el que peor queda en el recuento hecho por Kate del Castillo. En esta columna ya había explicado cuando salió el artículo de Penn los problemas profesionales que presentaba. No sabía que había incluso más, como episodios supuestamente inventados por el actor americano. La veracidad queda minada por las inconsistencias entre el periodista y sus acompañantes con respecto a algunas situaciones, como el recuento de cómo se llegó a la entrevista, si El Chapo aprobó el artículo antes de su publicación, o si del Castillo sabía que Penn iba a hacer una entrevista para Rolling Stone.

La impresión general que queda es que todos, desde Penn y Kate, hasta el Chapo y el Estado mexicano, están manipulando la verdad en favor de sus propios intereses. En definitiva perdemos nosotros, los lectores, que queríamos información veraz y una entrevista de calidad.

Pierde también la dignidad del ciudadano mexicano que ha padecido la guerra contra el narcotráfico, y merece más altura. Más altura por parte de Kate del Castillo y Sean Penn, actores a quienes el oportunismo los ciega bajo los hábiles hilos del Chapo Guzmán, y altura por parte del Estado mexicano, que se rebaja haciendo persecuciones selectivas y "spins" publicitarios. Al Chapo Guzmán no hay que pedirle altura, sino exigirle que pague por sus crímenes, revele la verdad sobre sus negocios y asociaciones, y compense a sus víctimas.


Twitter: @santiagovillach 

 

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