Oriente rojo

Hugo Sabogal
04 de enero de 2015 - 02:00 a. m.

El “Oriente es rojo”. Así se denominaba el himno de la República Popular China, compuesto durante la Revolución Cultural. Quienes lo entonaron con frenesí fueron los millones de campesinos ignorados durante siglos por los gobernantes supremos.

Hoy, sin embargo, el grito de “Oriente rojo” no tiene nada que ver con las aspiraciones de las masas, sino con la sed de vino tinto entre los consumidores chinos, quienes, de paso, han convertido las marcas franceses —principalmente las de Burdeos— en su elección favorita. Es una situación sin paralelos en la historia de la bebida.

China es hoy el mayor mercado para los costosos vinos de Burdeos. Y no solo eso. Los millonarios orientales también se han convertido en propietarios de algunas famosas casas bordelesas, completando, a hoy, 63 célebres bodegas.

De igual manera, varias firmas francesas han establecido operaciones en China y muchos jóvenes enólogos del país asiático se forman actualmente en las mejores instituciones francesas de educación vitivinícola. Tampoco hay que olvidar que China posee grandes extensiones de viñedos, ocupando el quinto lugar entre los mayores productores de vino del mundo.

El potencial de crecimiento es tan atractivo que Moët Hennessy construyó una planta de espumosos en la región central de China. Y la multinacional francesa Pernod Ricard compró la bodega china Helan Mountain.

En realidad, ningún mercado emergente de consumo puede igualarse al coloso oriental. El entusiasmo de los consumidores asiáticos va en aumento, en marcado contraste con la caída del consumo entre los propios franceses.

En 2013, por ejemplo, los chinos consumieron casi 2.000 millones de botellas de vino tinto, registrando un incremento de cerca de 136% en 2012. Esta cifra confirma a China como el mayor consumidor de vinos tintos del planeta. Mercados tradicionales como Inglaterra y Estados Unidos reciben cada día una menor cantidad de etiquetas francesas debido a la progresiva demanda de los coleccionistas chinos.

¿Por qué tintos y no otros? Porque el rojo es el color de la buena suerte en la cultura oriental. Además, representa el tono cromático oficial del gobierno comunista. El blanco, en cambio, se asocia con la muerte.

Además de buena suerte, el color rojo también significa linaje, más aún si se trata de vinos tintos bordeleses, que, durante siglos, proyectan percepciones de riqueza, poder e influencia. Por tal motivo, los empresarios chinos ordenan en las comidas costosas botellas para agasajar a sus invitados o les regalan botellas de alto precio como señal de aprecio.

Si bien estos ires y venires tienen de plácemes a muchos productores franceses, también es inocultable que la creciente presencia de inversionistas chinos en Burdeos y otras zonas productoras francesas tiene a los más tradicionales viñateros franceses con los pelos de punta.

Las adquisiciones de históricas marcas han venido produciéndose a un ritmo de una por mes. Los más realistas, sin embargo, arguyen que con 8.000 propiedades en territorio galo, es difícil que los millonarios chinos puedan hacerse a un control mayoritario.

Algunos de los más ricos y más extravagantes han llegado, incluso, a construir bodegas o pueblos enteros a la imagen y semejanza de la campiña europea. Por ejemplo, Xiangdu Winery es una bodega construida imitando un viejo castillo francés, con todo y viñedo. Y el multimillonario Zhang Yuchen ha ido más lejos, mandando a construir al norte de Pekín una réplica del parisino Château de Maisons-Laffitte, con una inversión de 50 millones dólares. No sólo compró los planos originales, sino que se valió de 10.000 fotografías para no dejar nada al azar.

Así que para 2015 se prevé una intensificación del apetito chino por el vino, en todas sus manifestaciones, con lo cual el gigante asiático seguirá consolidándose como la nueva meca de consumo en el orbe. Y es de prever que en pocos años alcanzará una posición de liderazgo entre los países productores.

La pregunta clave es si China se está occidentalizando o si el dominio de la producción de vino está mutando hacia el Oriento rojo. 

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