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Otra lección paisa

Hugo Sabogal
19 de octubre de 2013 - 11:00 p. m.

“No me lo esperaba, ni en los más remotos sueños”, confía Jorge Riccitelli, Winemaker of the Year 2012 de la revista estadounidense Wine Enthusiast. Y eso que Riccitelli, enólogo jefe de Bodega Norton, visita la mayoría de los cincuenta países donde su empresa vende vinos.

“Tampoco yo”, agrega Fabricio Portelli, el mejor periodista de vinos de Argentina, director de la revista El Conocedor y miembro del panel de degustación de la revista Decanter, quien también asiste a ferias en varios continentes.

Debo admitir que yo también comparto la sensación de sorpresa.

El punto de reflexión es Maridaje 2013, la feria de gastronomía y vinos que Medellín celebra anualmente por estas fechas desde 2010, casi en silencio. Y digo “casi en silencio” porque la repercusión de esta sorprendente feria pasa bastante desapercibida para el resto de los colombianos.

En un espacio insospechado de 20.000 metros cuadrados, un equipo de empresarios y creadores de gastronomía han logrado reunir a restaurantes de todos los tamaños, elaboradores, comercializadores e importadores de bebidas, fabricantes de quesos, productores de carnes, innovadores orgánicos, cultivadores especializados de café, y también un representativo puñado de productores de insumos para la cocina y la alimentación.

Pero todo esto carecería de validez si Maridaje no lograra, al mismo tiempo, convocar durante cuatro días a más de 30.000 mil visitantes de todos los géneros, edades y condiciones sociales y económicas.

¿Cómo ha logrado Medellín realizar un evento de estas proporciones sin que muchos hayan tomado conciencia de su odisea?

La respuesta más contundente es la articulación de todos cuantos tienen que ver con un sector que toma fuerza en el mundo, y especialmente en Latinoamérica.

Quizás el ejemplo más palpable sea Mistura, la feria gastronómica peruana que reúne a más de 300.000 participantes peruanos e internacionales todos los años en Lima. Sin que Maridaje intente copiar dicho modelo —que es prácticamente inimitable—, sí es de resaltar que el festival gastronómico peruano es un ejercicio cultural, social y económico de un país entero, no de un sector. Y esto mismo se nota en Medellín.

Gobernación, Alcaldía Municipal, Centro de Exposiciones, Cámara de Comercio, medios de comunicación, empresas públicas, grandes comercializadores, compañías especializadas de todos los tamaños, artesanos, educadores, colaboradores espontáneos y ciudadanos del común han logrado unirse en torno a esta manifestación colectiva para mostrar que la ciudad responde sobradamente a su bien merecido apelativo de innovadora y que esa condición le va a permitir esparcir el bienestar a quienes viven del sector gastronómico y de sus servicios afines. Y aquí estamos hablando de centenares de familias.

¿Cómo nace Maridaje? La historia se remonta a 2006, cuando el Grupo Éxito lanzó Expovinos en momentos en que el consumo de la bebida había comenzado a crecer a pasos agigantados. Colombia. La primera versión, nacida como un ejercicio de prueba y error, fue un suceso instantáneo. Y me consta que ni sus mismos organizadores lo esperaban. ¿Será posible repetir el resultado? ¿Debe ser Medellín la única sede? ¿No es más estratégico mudarse a Bogotá, donde se mueve más del 70 por ciento del mercado de bebidas en Colombia?

Hoy todos conocemos la respuesta y somos conscientes de su acierto. Según expertos internacionales como Riccitelli y Portelli, Expovinos ya se ha convertido en una de las ferias más importantes de Latinoamérica.

Con el traslado del centro de gravedad a Bogotá, Medellín se quedó sin el pan y sin el perro. Pero no fue por mucho tiempo. En 2010, un grupo de empresarios del sector, coordinados por Santiago Puerta, el emprendedor de eventos que había organizado la primera versión de Expovinos en la capital antioqueña, dio el paso de diseñar un modelo parecido, pero enfocado en la gastronomía.

Desde el comienzo, cada tocada de puerta fue positiva, empezando por el apoyo del Grupo Éxito, padre del embrión. Y hoy es evidente que, a medida que la feria Maridaje se consolida, cada vez son mayores las fuerzas que la soportan. Por eso, y al paso que vamos, es previsible asumir que Maridaje adquirirá peso y trascendencia, no sólo en Colombia, sino en los países vecinos.

¿Puede existir el peligro de que se traslade a un mercado de mayor envergadura? Me atrevo a decir que no. Porque Maridaje, sin los tenaces hombres y encantadoras mujeres que la componen, no sería igual en otra parte.

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