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Panamá: sometimiento y fortalecimiento estatal

Salomón Kalmanovitz
30 de junio de 2013 - 09:00 p. m.

Panamá se separa de Colombia acosada por el asfixiante centralismo de La Regeneración (1886-1903), la sobreexplotación fiscal y el rechazo del senado liderado por Miguel Antonio Caro del tratado con Estados Unidos, para culminar la construcción del canal interoceánico.

En la guerra de los Mil Días mueren miles de panameños y el Istmo termina siendo el último baluarte del liberalismo que es derrotado por la participación de tropas norteamericanas en la contienda. Un historiador norteamericano, Michael Conniff, argumenta que la derrota de los liberales en Panamá y posiblemente en el país fue resultado de la intervención de Estados Unidos.

Caro nunca lo reconoció ni agradeció, pues cerró la puerta a la negociación por el canal que obviamente era la gran aspiración económica de las élites panameñas; le temía al vigor económico norteamericano y a que desafiaran el monopolio religioso que había reimpuesto ferozmente. Los conservadores panameños se asociaron con los intereses políticos y financieros del Imperio para fundar un nuevo país que terminó siendo un protectorado.

Los términos del tratado Hay Bunau-Varilla fueron más nocivos que los propuestos a Colombia: se incluía una zona de 10 millas de ancho y no de 6, se cedía soberanía a perpetuidad, se renunciaba a contar con un ejército nacional y se entregaban las aduanas, punto que fue retrotraído al año siguiente ante las protestas de todos los sectores sociales de Panamá. Se mantuvo el pago de US$10 millones y una anualidad de US$250.000 que bajo la tutela colombiana hubiera sido una décima parte.

El canal se termina en 1914, acudiendo a la labor de unas 78.000 personas; en su zona se aplica el estatuto Jim Crow, que dicta facilidades sanitarias y de transporte segregadas entre blancos y no blancos, siendo pagados por nóminas de oro para los norteamericanos y plateadas para panameños y de antillanos.

En 1912, los conservadores pierden el poder a favor del liberal Belisario Porras que alcanzó a gobernar 10 años no consecutivos. Porras acometió un ambicioso programa de modernización legal —había que liberarse del feudalismo colombiano, decía— de impulso a la educación y de construcción de infraestructuras. Porras desarrolló su gestión dentro de los parámetros que imponían los norteamericanos.

Los Estados Unidos favorecieron el fortalecimiento económico del Estado en Panamá por dos razones: había que mantener condiciones sanitarias contra las enfermedades tropicales en todo el territorio y generar la estabilidad política que surgiría de la prestación de buenos servicios públicos y sociales.

En los años 20, Panamá recaudaba US$8 millones anuales, más de la mitad de impuestos a la actividad interna y el 9% por regalías canaleras; por contraste, hacia 1887, bajo la expoliación regeneradora, alcanzaba sólo US$540.000.

En los años 30, el poder político pasa a los hermanos Arias que desarrollaron una plataforma nacionalista, bajo la cual lograron renegociar la anualidad por la devaluación del dólar de 1932 a US$430.000 anuales, y fortalecieron la policía que se tornó en instrumento político. Los dos partidos tradicionales quedaron desplazados del poder. En 1946, el Estado controlaba el 16% del PIB, el doble que el coeficiente colombiano.

Las luchas de los panameños culminaron en 1999, cuando recuperaron la soberanía sobre el canal. Necesitaron más de un siglo para liberarse del doble yugo de Colombia y Estados Unidos.

 

 

 

 

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