Panorama de una década violenta

Saúl Franco
19 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Es muy importante saber cómo se comporta un evento en un momento determinado. Pero ilustra mucho más observarlo a lo largo de varios años. Las tendencias suelen aclarar más que los eventos puntuales. Forensis 2016, el más reciente informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses —INMLCF—, a más de presentar los datos sobre el comportamiento de la violencia en Colombia el año pasado, resume la trayectoria de algunos de los eventos más característicos de la violencia en la última década. Y produce un sabor agridulce.

Es satisfactorio ver el descenso entre 2007 y 2016 del total anual de muertes violentas: pasaron de 27.920 a 25.438; de los homicidios: bajaron de 16.318 y una tasa de 37,2 por 100.000 habitantes (pcmh) a 11.532 y tasa de 23,7 pcmh; y, en especial, de las desapariciones forzadas, que se redujeron de 804 en 2007 a 136 en 2016.

Pero es preocupante observar cómo aumenta el número de casos denunciados de violencia de pareja: de 46.310 en 2007 a 50.707 en 2016, aunque la tasa disminuyó ligeramente. Preocupa también ver cómo aumentan tanto los casos de suicidio como el número de exámenes por presunto delito sexual. Durante la década tuvimos un promedio de seis suicidios diarios y pasamos de 1.771 casos y tasa de 4,5 pcmh en 2007, a 2.310 y tasa de 5,2 en 2016. El total anual de exámenes por posible delito sexual se incrementó un poco, pero la respectiva tasa descendió levemente.

El problema de la mortalidad por accidentes de tránsito se agravó a lo largo de la década. De 5.642 muertos por esta causa en 2007, con una tasa de 12,8 pcmh, se llegó el año pasado a 7.280 víctimas fatales y una tasa de 14,9 pcmh, muy por encima de la tasa que ha logrado Europa:  9,3 pcmh.

Cada tipo de violencia tiene su propio contexto explicativo y sus características específicas. Por eso es tan difícil como riesgoso hacer generalizaciones. No obstante, es posible destacar algunos aspectos señalados por Forensis 2016 u observados en otras investigaciones.

En primer lugar: no cabe duda de que seguimos siendo un país muy violento. Las cifras así lo confirman. En segundo lugar, las principales víctimas fatales de los distintos tipos de violencia siguen siendo los hombres jóvenes. Esto se observa en especial en accidentes de tránsito, homicidios, suicidios consumados (por cada mujer lo hacen 4,5 hombres), violencia interpersonal y desapariciones forzadas. No pasa igual con las víctimas de la violencia intrafamiliar, que la padecen sobre todo los niños/as y adolescentes, y en particular con las violencias de pareja y sexual, en las cuales las principales víctimas son las mujeres.

Puede afirmarse también que la violencia sigue teniendo presencia en todo el país, pero su intensidad y modalidades varían según las distintas regiones. Antioquia, por ejemplo, que ocupó durante algunos años del período los primeros puestos en las tasas de homicidio, logró descender el año pasado al décimo lugar. El Valle del Cauca, que ocupa en la actualidad el primer lugar en muertes violentas y homicidios, y el segundo en desapariciones forzadas, no aparece en los primeros lugares en suicidio y violencia intrafamiliar. Putumayo, Arauca y el Quindío, por su parte, ocupan los primeros lugares en cuanto a tasas de suicidio, mientras San Andrés, Meta y Casanare lo hacen en violencia interpersonal.

Siendo muy serios y útiles los informes del INMLCF, tienen también limitaciones conceptuales, analíticas y de cobertura que es preciso advertir. El subregistro de los “asesinatos políticos” es muy ilustrativo. Forensis 2016 sólo reporta 39 casos entre 2004 y 2016 (página 102), ninguno de ellos en 2016. La realidad dice algo muy distinto y gravísimo. Pero, además, el INMLCF sólo tiene presencia directa en la tercera parte de los 1.122 municipios. Hacen falta otras voces, disciplinas y abordajes para entender y enfrentar la violencia.    

El balance de esta década violenta me permite afirmar una vez más que, muy posiblemente, en la intersección de la intolerancia, las inequidades y la impunidad, se encuentra el núcleo explicativo de buena parte de las violencias que seguimos padeciendo. Y que la construcción de una sociedad en paz requiere mucho más que las negociaciones con las organizaciones armadas.

* Médico social.

 

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